Bélmez de la Moraleda vive sus celebraciones de Moros y Cristianos
Jesús Vicioso Hoyo/Bélmez
Los cristianos recuperaron el cuadro del Señor de la Vida y los vecinos salieron a la calle a celebrarlo. Los moros perdieron, otro año más, la batalla, pero lejos de revanchismos, el rey católico perdonó a los musulmanes. El combate definitivo se quedó en nada, porque la fiesta siguió durante todo el día.
Los cristianos recuperaron el cuadro del Señor de la Vida y los vecinos salieron a la calle a celebrarlo. Los moros perdieron, otro año más, la batalla, pero lejos de revanchismos, el rey católico perdonó a los musulmanes. El combate definitivo se quedó en nada, porque la fiesta siguió durante todo el día.
El segundo acto del auto sacramental de los moros y cristianos recuperó con la honra de la historia local, y los moraledos, de uno y otro bando, se fundieron como siempre, en armonía ciudadana. La pugna, que fue a las doce del mediodía, volvió a ser dura, hasta el punto de que las espadas de madera, otro año, se rompieron durante la lucha. Pero con la amnistía para los perdedores y el cuadro del patrón a buen recaudo, las celebraciones en honor del Señor de la Vida regresaron a la tónica festiva.
En el Parque del Nacimiento y también junto al Pilar del Caño, los vecinos y no pocos visitantes se sentaron en las terrazas para compartir con los amigos un buen refrigerio y degustar raciones con gusto. La victoria de la fiesta estival sabe mejor cuando se brinda en compañía. Y aunque el calor no dejaba de hacer su agosto, la alegría se manifestaba en ratos agradables al amparo de cualquier buena sombra.
Por la tarde, las actividades lúdicas estuvieron relacionadas con los caballos y con los novillos. En la explanada del Camino Viejo del Prado fue la concentración comarcal equina. Poco después, la plaza de toros acogió una novillada mixta con el rejoneador Pedro Hernández, “El Cartagenero”; y los novilleros Manuel Jesús Fuentes, Carlos Ojeda y Francisco José Espada. Las Fiestas de los Moros y Cristianos concluyen hoy y —seguro— Bélmez las despide a lo grande.