BELÉN MARTOS MAESO.- "Nosotros les damos la base y ellas ponen la imaginación"
Toñi Arroyo
Belén Martos Maeso vive por y para la peluquería. Desde muy joven tenía claro que su futuro iba a estar vinculado a este mundo, y por eso apostó fuerte por una afición que se convirtió en profesión. Desde hace cuatro años es profesora de Técnica en la Academia de Peluquería Rizos de Jaén, un trabajo que la motiva personal y profesionalmente, a pesar de los sacrificios que supone dedicarle tanto tiempo. Asegura que es toda una satisfacción enseñar a muchachos jóvenes en este arte, que requiere mucho de técnica, pero también de imaginación y habilidad.
Belén Martos Maeso vive por y para la peluquería. Desde muy joven tenía claro que su futuro iba a estar vinculado a este mundo, y por eso apostó fuerte por una afición que se convirtió en profesión. Desde hace cuatro años es profesora de Técnica en la Academia de Peluquería Rizos de Jaén, un trabajo que la motiva personal y profesionalmente, a pesar de los sacrificios que supone dedicarle tanto tiempo. Asegura que es toda una satisfacción enseñar a muchachos jóvenes en este arte, que requiere mucho de técnica, pero también de imaginación y habilidad.
—¿Cómo decidió dedicarse a trabajar en el mundo de la peluquería?
—Siempre me había gustado ese mundo y me enteré de que en una peluquería necesitaban a una chica para lavar cabezas. Me cogieron y, una vez allí, me gustó mucho el trabajo. Me interesé por las distintas opciones que había en la provincia para poder estudiar esta profesión y me decidí finalmente, por lo que antes era Modesto Hair Center, más conocido ahora como Rizos.
—Supongo que esos meses de formación en esta materia le sirvieron definitivamente para decidir su futuro.
—Sí, descubrí mi verdadera vocación. Tanto, que cuando acabé en la academia continué con otro curso de la Junta de Andalucía, sobre peluquería, también. Después conseguí trabajo en un salón de aquí, en la capital, en el que estuve un año y medio aproximadamente como peluquera y pasado ese tiempo, Víctor —el gerente de Rizos— me ofreció la posibilidad de contar conmigo, ya que iba a abrir una academia de peluquería en la ciudad. En ese momento hice un curso de monitora en Madrid, y desde entonces estoy en este lugar, y la verdad es que me encuentro muy contenta, porque es un trabajo muy ameno y entretenido.
—¿Qué temáticas o asignaturas enseña a las nuevas aspirantes a peluqueras?
—Ahora mismo estamos Víctor y yo solos, y la verdad es que hacemos un poco de todo. Damos clase de peluquería de primer año, o sea, preoficial; de segundo año, con técnicas ya más avanzadas y especializadas y, luego, también surgen cursos temáticos que versan sobre aspectos en concreto, como el de GHD (técnicas en planchado del cabello). Sacamos, de vez en cuando, formaciones intensivas de corte y color, y otros que pueden tener demanda en ese momento. Además, como soy monitora de la Junta de Andalucía, realizamos ese tipo de formación aquí, en la academia. La verdad es que no nos quejamos por el trabajo.
—Se trata de una profesión que requiere mucha dedicación y tiempo. ¿Cómo lleva ese aspecto de su trabajo?
—Bueno, es lo que me gusta y es el trabajo que quiero hacer. Es verdad que durante la semana es muy complicado mantener una vida social activa. Son muchas horas las que estoy aquí, y cuando llego a casa me encuentro súper cansada. Pero intento aprovechar el fin de semana al máximo e intentar compensar con el resto de los días que no puedo salir. Además, ahora tenemos la suerte de que durante el verano no trabajamos los sábados. Parece que no, pero eso se nota mucho. Podemos disfrutar del fin de semana completo.
—¿Qué tendencias estilísticas son las que más se llevan este verano?
—Sobre todo, este año se lleva el pelo corto. Cada vez más, las chicas comienzan a raparse el pelo. Hasta hace poco eso no era muy común entre las mujeres de Jaén. En cuanto al color, las tendencias marcan contrastes muy suaves. Por ejemplo, si haces un color y unas mechas, que no exista mucha diferencias entre los dos tonos.
—¿Qué proyectos tiene a corto plazo?
—Pues, de momento, lo más próximo que de Rizos como academia es una peluquería en la zona de Cristo Rey. La verdad es que estamos volcados en ese proyecto y lo que queremos es acabarlo. La idea es que para septiembre esté en funcionamiento. Otros años hemos participado en la Feria de Estética y Peluquería de la Ifeja, pero en esta edición no sabemos si podremos hacerlo, por cuestión de fechas. Además, estamos, a la vez, con el curso de la Junta de Andalucía y no podemos posponerlo.
—¿Qué técnicas son las más temidas por las alumnas de peluquería?
—Al principio se ponen muy nerviosas con los cortes de pelo, una cosa que es comprensible también. Pero cuando ya están más avanzadas, lo que a algunas les cuesta más son los recogidos, ya que nosotros les damos una base, pero, luego, ese trabajo depende mucho de la imaginación de cada persona.
—¿Cómo ve su futuro profesional a largo plazo?
—Ahora mismo es cierto que hay bastante jaleo, por lo que en un futuro próximo mi idea es la de quedarme aquí. Pero a largo plazo sí que me gustaría montarme por mi cuenta y tener algún establecimiento de mi propiedad. Se puede decir que ese es el fin o la meta que tiene todo trabajador.
—Usted es de Los Villares. ¿Qué opinión tiene su familia de que se desplazara desde su pueblo para trabajar en Jaén?
—Ellos se lo tomaron muy bien y siempre me apoyaron en todo momento. Además, como ven que estoy contenta con mi trabajo, ellos están felices también. Mi familia ha visto cómo he pasado de lavar cabezas a estar dando clase a futuras profesionales y, al igual que yo, lo han disfrutado bastante. Es muy gracioso, porque siempre bromeo con mi madre cuando llego al pueblo, ya que siempre me busca trabajo para los días que estoy allí. Pero eso es lo que tiene dedicarse a la peluquería, siempre hay una tía, una abuela o una prima dispuesta.
—Sabe lo que es dar clase a alumnas y dedicarse íntegramente al mundo de la peluquería, ¿con qué trabajo se queda?
—Dar clase. Al principio me costaba el hecho de explicar a las chicas, porque cuando empecé en Rizos tenía veintidós años. Quiero decir, era solo unos pocos años mayor que mis propias alumnas por lo que era raro. Pero, luego, ya entiendes que cada persona tiene su lugar. Eso no quita que seamos también amigas, pero ante todo soy su profesora. En momentos en los que estoy saturada pienso que sería mejor dedicarme a trabajar con los clientes como cualquier otra peluquera, pero, por otro lado, es muy gratificante enseñar. Además de que me lo paso muy bien con ellas y hay muy buen rollo entre todas.
—¿Mantiene el trato con las que han acabado ya su parte de formación?
—En la mayoría de los casos, sí. Además, como seleccionamos a las alumnas más aventajadas para que trabajen con nosotros en Carla Piu, muchas se convierten en compañeras de trabajo. Otras aparecen luego por la academia para hacer cursos de especialización o cosas de ese tipo. La verdad es que son gente muy agradable que se van bastante contentas con la formación que reciben y que, en casi todos los casos, les sirve para ganarse la vida.