Barreras mentales, las peores
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad recuerda cada 3 de diciembre a la sociedad que diversidad no es sinónimo de desigualdad, como tantas veces sucede en el día a día. Hay hombres y mujeres diferentes, por algún tipo de problema físico, psíquico o sensorial, pero con los mismos derechos y, desde luego, perfectamente capaces de desarrollar una vida plena, si se ponen los medios para la inclusión. Se trata de abrir los brazos e integrar, en lugar de echar fuera o encerrar en círculos cerrados y separados del resto, como sucede a menudo. A veces a conciencia y otras por pura ignorancia, las personas discapacitadas son apartadas de la actividad productiva, por la falsa creencia de que no rendirán como una persona “normal”.
Por eso, durante estos días se suceden actividades de la mano de diferentes asociaciones o colectivos implicados, además de en el ámbito educativo, donde resultan especialmente fundamentales para crear conciencia entre los más escolares, un caldo de cultivo espectacular para frenar o, al contrario, fomentar las desigualdades. Además, se aprovecha la fecha para reivindicar un cambio constitucional que blinde los derechos de personas con discapacidad.
A pesar de las leyes a favor de la inclusión, de las campañas de concienciación y de que, es innegable, la sociedad ha avanzado a la hora de conocer la realidad de la discapacidad, es evidente que las peores barreras son las mentales. Esas son las más complicadas de eliminar por completo y las decisivas para conseguir avanzar. El gran triunfo llegará cuando el 3 de diciembre no haya que dedicarlo a este tema. Mientras tanto, solo cabe seguir en la lucha por la sensibilización y la inclusión.
Por eso, durante estos días se suceden actividades de la mano de diferentes asociaciones o colectivos implicados, además de en el ámbito educativo, donde resultan especialmente fundamentales para crear conciencia entre los más escolares, un caldo de cultivo espectacular para frenar o, al contrario, fomentar las desigualdades. Además, se aprovecha la fecha para reivindicar un cambio constitucional que blinde los derechos de personas con discapacidad.
A pesar de las leyes a favor de la inclusión, de las campañas de concienciación y de que, es innegable, la sociedad ha avanzado a la hora de conocer la realidad de la discapacidad, es evidente que las peores barreras son las mentales. Esas son las más complicadas de eliminar por completo y las decisivas para conseguir avanzar. El gran triunfo llegará cuando el 3 de diciembre no haya que dedicarlo a este tema. Mientras tanto, solo cabe seguir en la lucha por la sensibilización y la inclusión.