Bajo el fuego de Atenas

Hace pocos días podíamos ver el centro de Atenas en llamas, edificios envueltos por el fuego, como la Roma de Nerón. Mientras los líderes políticos debatían cómo atender las exigencias de los poderes económicos disfrazados de eficiencia y modernidad europeas, los ciudadanos, cada día más pobres y sin expectativas de futuro, mostraban su rechazo de forma contundente,

    20 feb 2012 / 10:11 H.

    decían “no” a un nuevo paquete de medidas que los hará más pobres aún. Grecia nos cae al otro extremo del Mediterráneo. Nuestra tendencia a pensar que somos estupendos, que lo somos, nos hace mirar con suficiencia a países que nos parecen más atrasados; miles de chistes y chascarrillos protagonizados por un griego, un portugués y un español, nos refuerzan en nuestra supuesta superioridad. Los ingleses han sumado al grupo a los italianos, ya somos los PIGS, un selecto club que empieza a ser molesto en la moderna Unión Europea, porque vivimos de otra forma y nos da el sol durante más horas al año, o porque según dicen trabajamos menos perdón, quiero decir que “producimos” menos. Alguno pensará que he equivocado el título del artículo, tal vez debería decir “Atenas bajo el fuego”. En realidad lo que quiero compartir esta semana con ustedes es la idea de que, en realidad, el fuego de la capital griega nos alcanza, situándonos en la zona caliente en el mundo de los poderes financieros. Lo que allí ocurre puede ocurrir aquí mismo en cualquier momento. La permanente exigencia de sacrificios sobre la sociedad griega hemos empezado a sospechar que se acerca; lo hemos visto con los dos últimos años de gobierno presidido por Zapatero y continúa con las decisiones del gobierno presidido por Rajoy. Aún queda un colchón de protección, pero habrá que ver si se producen decisiones que afecten a las ayudas que hasta ahora vienen percibiendo los parados, si se mantiene la congelación salarial de los empleados públicos o se vuelve a reducir. Pero todo tiene un límite, los griegos ya lo han rebasado, los portugueses e italianos están cerca. Mientras tanto, como ejemplo, algunos grupos sanitarios privados van creciendo en cuota de mercado de forma imparable, en una línea que en un plazo corto puede cambiar la configuración del Sistema Nacional de Salud, ante la permanente inhibición del Ministerio de Sanidad durante los últimos años, y la rigidez normativa que obliga a las Comunidades Autónomas a buscar alternativas que, a corto plazo, les permitan diluir el déficit sanitario. Todo apunta a un nuevo tiempo político y social, en el que será necesario saber preservar lo esencial, como ya les comenté en otra ocasión. Pero recuerden el aforismo que dice “lo que se queda quieto, retrocede”.
    Enrique González Fernández es médico y diplomado en Gestión de Áreas Hospitalarias