Baeza recuerda a Walter Guy Bond

La figura del pastor adventista Walter Guy Bond, que falleció en Baeza mientras predicaba en 1914, fue honrada, ayer, en un acto en el que la palabra más escuchada fue 'justicia'. La que se hizo en su memoria con la colocación de una placa en el cementerio municipal.

    24 may 2010 / 09:43 H.

    Dice el refrán que rectificar es de sabios y, ayer, Baeza demostró que el paso del tiempo, además, es el mejor bálsamo para restañar heridas. La misma tierra que un día lo consideró “indigno” de reposar en su cementerio rindió honores al pastor adventista Walter Guy Bond, con la intención de reparar “el daño y el dolor causado a su honor y a su familia”, como expresó el alcalde de la ciudad, Leocadio Marín. Así, más de medio siglo después, su nombre ya figura, al menos, entre los enterrados en el lugar. Una placa en su memoria, junto a los nombres de los represaliados durante la Guerra Civil, recuerda que allí falleció “por la libertad de culto”, como comentaron las decenas de fieles de la Iglesia adventista que se desplazaron hasta la ciudad patrimonial para ser testigos del momento. “Walter Guy Bond vino a hacer el bien a Baeza y durante muchos años fue menospreciado, por eso, hoy queremos restaurar su memoria”, aseguró el máximo responsable municipal al comienzo del acto.
    El pastor californiano, que un día llegó a la que consideró “la ciudad más difícil en la que nunca había estado” en 1903, falleció once años más tarde. Entre 1943 y 1945 su cuerpo fue exhumado de la tumba y arrojado al “corralito”, una fosa de enterramiento común, por “indigno”. Sospechas, además, de que el intelectual fue envenenado no faltan tampoco entre las hipótesis que planean sobre su repentina muerte, que se produjo cuando tenía treinta y cinco años.
    Aunque en la distancia, los familiares del pastor también estuvieron presentes en la cita a través de una carta en la que mostraron su felicidad por “el reconocimiento de una tierra a la que Bond tenía gran afecto”, señalaron. Firmado por varios de sus descendientes, se le entregó un documento a Marín para que lo conservara en los archivos municipales. Después, se depositó un ramo de flores en el lugar en el que un día fue arrojado.
    Elogios a la labor de Bond, oraciones y bendiciones se sucedieron en la celebración, que, como no podía ser de otra manera, se cerró con unos versos del que muchos consideran su amigo, Antonio Machado: “Buen Don Guido y equipaje, buen viaje”. Después, sólo quedó tiempo para las felicitaciones en torno a la que siempre será una cicatriz, la placa. Luisa Moral /Baeza