Ayuntamientos
Manuel Campos Carpio desde Torredonjimeno. Los ayuntamientos, claves en el desarrollo económico, social y cultural: El pasado día 19 se celebró un acto en la Diputación Provincial en el que se puso de relieve la valoración y la importancia que los ayuntamientos tienen en el desarrollo económico, social, cultural, etcétera, de nuestra sociedad. También son instituciones clave en ámbitos como la atención sanitaria, las ayudas sociales, la dependencia, el deporte y las fiestas.
En todos los ámbitos de la vida y la convivencia ciudadana, en suma. Hay ideologías, países y regímenes centralistas que aspiran a controlarlo todo desde los despachos de las altas jerarquías del Estado, basándose, como es lógico, en datos, cifras e informes, más o menos fidedignos, probablemente realizados con buena fe y eficaz procedimiento, pero que tienen el problema de que son carpetas y dosieres “sin alma” porque administrador y administrado están a mucha distancia (física y psicológica, porque los gestores centralistas son inaccesibles), y todos sabemos que en la gestión ayuda mucho conocer las circunstancias in situ, con sus grados y matices particulares, estrictamente personales en ocasiones. Por eso es indudable que la gestión municipal de los recursos es fundamental, ya que podemos afirmar que un porcentaje elevadísimo de alcaldes y concejales se desviven por atender lo mejor posible a los ciudadanos y mejorar la situación de sus pueblos, y también porque somos personas y ya hemos apuntado que la proximidad facilitará una gestión humana, próxima y cordial, basada en el conocimiento real en el que se encuentra el ciudadano, empresa, asociación o colectivo al que se atienda en cada momento. Deshacer o minimizar la capacidad gestora de los ayuntamientos supondría un notable retroceso en la atención humana, real y próxima y particularizada que tanto necesitamos en este mundo globalizado hasta extremos verdaderamente sorprendentes, que han deshumanizado notablemente la sociedad del siglo XXI. Y, de momento, es un proceso imparable, que evoluciona a un ritmo vertiginoso.