Aviso a responsables de ONGs
Sabed mis hermanos de tribulaciones que, cuando la tormenta arrecia y los océanos se muestran bravíos y el navío amenaza zozobra, las alimañas y los cobardes son los primeros en abandonar la cubierta. Aun con ello, ahí, no acabarán vuestros pesares.
Bien es sabido que cobardía y avaricia suelen ir de la mano, y aquellos que huyeron dejando a su suerte al resto de la tripulación y a un atemorizado pasaje, intentarán ante la autoridad portuaria, denigrar vuestros nombres con insultos y mentiras y rapiñar la modesta carga salvada tras el heroico esfuerzo. Dirán que tú los enrolaste con engaño sin recordar que se colaron furtivos por la sentina o suplicaron embarcar en vuestro navío, aduciendo con mentira poseer espíritu aventurero, el corazón solidario y en carne viva. Ojalá os libren los dioses de tan funesta experiencia, estábamos preparados para el rayo, la calma chicha, el hambre y la sed hasta -peor que mejor- las prolongadas ausencias de nuestros seres queridos pero nunca para la traición de aquellos con los que partiste el pan, incluso -ingenuamente- compartiste tu fe y tus sueños. En todo caso, sabed mis hermanos: que estoy orgulloso de mi tripulación; son gente recia, abnegada y valerosa, sabedora de que el pasaje depende de su aplomo y sacrificio. La confianza y la lealtad son su santo y seña e Ítaca su soñado destino. Salud hermanos, aguantad, seguid soñando y deseando un mundo mejor, aunque la miseria y la insolidaridad amenacen con hundiros. Jamás desfallecer, mantened el rumbo firme.
Rafael Latorre es funcionario