Auxilio a los saharauis en pleno diluvio

Una anomalía en medio de la anomalía. La vida de los saharauis en el desierto argelino es de por sí aberrante. Sin embargo, si a la precariedad se unen la históricas inundaciones de hace unos días, el resultado es todavía más descorazonador.

09 nov 2015 / 10:48 H.


Eso es lo que se encontró la médica residente alcalaína Elena María Jiménez. La cooperante permaneció con un enfermero y otros dos facultativos, desde mediados de octubre hasta el pasado viernes, en el campamento de Dajla, dentro de un proyecto lanzado por la Asociación Granadina de Amistad con la República Árabe Saharaui Democrática. Las inundaciones arrasaron la práctica totalidad de las edificaciones y dificultaron la labor de ayuda sanitaria que iban a prestar. De hecho, el temporal hizo que no hubiera agua ni luz y que se vieran muy mermados los suministros de víveres y fármacos.
Durante una semana los profesionales ni siquiera pudieron ducharse y durmieron en jaimas. “Pensaba que íbamos al desierto y nos encontramos las mayores lluvias en setenta y cinco años”, apunta. Aún así, Jiménez, de veintiocho años, y sus compañeros intentaron hacer su labor lo mejor posible en el hospital y los dispensarios, con asistencia a niños y adultos que carecen de lo más básico.
“Por la gente que conoces allí, merece la pena volver. Una enfermera nativa incluso me invitó a volver el año que viene a su boda. Lo poco que tienen te lo dan”, manifiesta Elena María Jiménez, quien ve muy probable su regreso y anima a colaborar con los distintos colectivos de apoyo a los saharauis. En este sentido destaca la total dependencia de la ayuda humanitaria. Ahora, los efectos de las lluvias torrenciales agravan la situación, ya de por sí difícil.