Autómatas que funcionan con la llave del deporte

Diana Sánchez Perabá
Como un autómata que necesita que le den cuerda en algún punto estratégico de su ser para mostrarse en todo su esplendor, el cuerpo humano requiere también de un estímulo físico, un aliciente que lo reactive para afrontar con fuerza y energía la vida. Así, la práctica habitual de deporte ha pasado de ser una actividad de la élite a una forma de vida, incluso una necesidad vital, como comer o dormir. Y es que,  ya lo decían los sabios griegos, no hay nada mejor que una mente sana en un cuerpo sano y, en la actualidad, quien no apueste por darse cuerda al corazón lo tiene complicado para salir a flote y desafiar las tormentas que hace tiempo descargaron con las crisis económicas y sociales.

    04 mar 2012 / 11:11 H.

    Puede que sea una moda, pero cada vez hay más personas que levantan sus posaderas del sofá para mover el esqueleto con la práctica de algún deporte. Culto al cuerpo, cuidado por la salud física y mental, socialización y contacto con la naturaleza, entre otros. Los motivos son múltiples. El caso es que, según encuestas como la que recientemente presentó la Organización de Consumidores y Usuarios sobre el deporte y el bienestar, los andaluces son los españoles que más tiempo le dedican al deporte, con más de sesenta minutos a la semana. ¿Y los jiennenses? ¿Cómo desafían al sedentarismo los ciudadanos de la provincia a la que no solo se conoce por la calidad de su aceite de oliva, por el ya desaparecido Lagarto Rock o por  la majestuosidad renacentista de su catedral? Y es que Jaén también destaca por carreras tan populares como la tradicional San Antón, que ha visto un incremento progresivo de los participantes en los últimos años. 
    De esta forma, los autómatas jiennenses se dan cuerda una media de tres veces en semana. Es tan sencillo como calzarse las deportivas, un chándal y... a moverse. No se trata de conseguir medallas y superar a los demás, sino de superarse a uno mismo. Mientras unos optan por la intimidad del gimnasio, una gran parte toma la ciudad para convertir las calles en pistas de atletismo, ciclismo o patinaje. Además, el mapa de Jaén se abre a los deportistas con rincones casi exclusivos para su disfrute.
    Quienes padecen de altos niveles de colesterol ya bautizaron con este problema la Variante Sur como “la ruta del colesterol”. Así, aquel barranco de la Alcantarilla pasó de ser un punto de encuentro de niños que tramaban sus travesuras a una circunvalación para coches, pero también para muchas mujeres y mayores, principalmente, que, en lugar de pasar la sobremesa ante la telenovela de turno salían a andar, y de camino, a contarse sus cosas. Con los años, la acera de la vía —cada vez más reducida— se abría a quienes corrían o trotaban. Mientras, unos kilómetros más arriba, la carretera que conduce hacia Jabalcuz, recientemente adaptada para los aficionados al deporte, es un hervidero de personas que, cuales hormiguitas, se desplazan en fila. “Venimos todos los días, a las cuatro de la tarde. Andamos una hora. Llevamos muchos años andando por aquí”, reconocen Manuela Pérez, Rosenda García y Carmen Díaz, tres amigas que transitan por el cordel de Jabalcuz.
    Si en algo son afortunados los vecinos de Jaén es por la cantidad de caminos en los que naturaleza invita a olvidar el mundanal caos de la ciudad. La popular Vía Verde del Aceite, que conduce hasta los municipios de Torredelcampo, Torredonjimeno y Martos, concentra cada semana a fieles de la actividad física. Aquí se mezclan familias, solitarios corredores que se superan cada día o grupos de amigos que pedalean con ímpetu mientras disfrutan del mar de olivos rayado por la vía del tren. Incluso, algún caballista como Rubén Ochando:  “Casi todas las tardes monto con el caballo por aquí durante una hora. Me engancha este deporte porque estoy en el campo y porque me gustan los animales”. Una excepción entre la mayoría que tiene muy claro cuál es el deporte más “in”: “El running (correr) está de moda. Soy instructor en el Centro Emotion y mi trabajo me exige estar en forma. Corro tres días a la semana unos diez kilómetros en cuarenta minutos cada jornada. Al final se convierte en una forma de vida y casi no puedes pasar sin ella, y el día que no lo haces estás más inquieto”, afirma Carlos Pérez, quien corre con Julián Quesada. Jóvenes que marchan a tope y mayores que, a su ritmo, también cargan las pilas: “Venimos a menudo. Los días que podemos. Lo notamos en las piernas. Cuando llegamos a casa estamos cansados, pero al día siguiente nos sentimos con más agilidad”, reconocen Justo  Pérez y José Sánchez, quienes, a pesar de valorar las recomendaciones del doctor, aseguran que, en sus recorridos por la Vía Verde, aún no han visto a médico alguno haciendo ese ejercicio tan necesario y saludable.
    La frescura de los pinos que crecen a los pies del Castillo de Santa Catalina y la zona conocida como El Neveral es el circuito de los corredores más bravos que retan la verticalidad de las cuestas para disfrutar de un aire más puro sobre bicicletas de montaña o, directamente, sobre la fuerza de sus piernas.
    Para los deportistas más “urbanitas” el Parque del Bulevar es la zona perfecta para sudar la gota gorda —y también la fina—. Y es que estas instalaciones, ubicadas en el nuevo barrio, que está en proceso de expansión, no solo concentran a grupos de adolescentes que toman el sol sobre el césped, sino también a mujeres y a hombres de todas las edades que corren, patinan, hacen ciclismo o aprovechan los aparatos de musculación para hacer unas series, así como los que realizan ejercicios de estiramientos sobre el césped. Este escenario de alfombra verde es también una zona de recreo en la que padres e hijos sacan jugo a la parte más lúdica del deporte. Aquí, los balones se proyectan con el fin de marcar un gol a papá o a mamá. En corro, Jean Placido, su hijo Alejandro y sus amigos Carlos y Paula se pasan el esférico con el pie. “Vivimos a medio minuto del parque y venimos a jugar a menudo. A veces también llevamos las bicicletas”, explica el progenitor, que es aficionado a correr. Jean Placido apunta que participó en el cross que se celebró en el Parque del Bulevar hace unas semanas y que recorrió los nueve kilómetros en 36 minutos. “Es una afición que me gusta. Durante la semana salgo a correr entre dos o tres veces. Además, lo combino con el fútbol sala todos los miércoles junto con los compañeros del trabajo”, manifiesta.
    A unos minutos del parque se extiende el Polígono de Los Olivares. Un laberinto que durante la semana concentra un ir y venir de coches y que, los fines de semana, acoge a aficionados que aprovechan para ir sobre ruedas, pero en los pies. Alicia Expósito y Pablo Moreno patinan todos los domingos en la zona industrial: “Lo llevamos haciendo durante tres años”, dice ella. Pablo, además, practica triatlón.
    Otros puntos verdes insertados en la ciudad que acogen a deportistas son el Parque del Seminario, en el que, además de corredores que fortalecen glúteos y gemelos subiendo y bajando niveles, hay instalaciones para los aficionados al frontón. La Alameda brinda la frescura de sus sombras a los madrugadores que caminan, corren o estiran. Los más inconformistas y los que se aburren de dar vueltas a un parque optan por crear sus propios circuitos. Así, hay quien pasa por estos parques a través de carreteras del extrarradio de la ciudad como la carretera que conduce a Córdoba.
    No es necesario formar parte de un club o de un colectivo deportivo para competir contra otros. Se trata de una manera de entender la vida, en la que cada uno se reta a sí mismo para beneficiarse del placer que produce el ejercicio, no solo en lo físico, sino también desde el punto de vista psíquico y terapéutico. Además, es la oportunidad perfecta para disfrutar de unos agradables minutos con familiares y amigos y despejarse de la rutina laboral —al menos, los afortunados que la tengan— o de los problemas diarios y aprovechar las horas de sol para dar cuerda al organismo y de esta manera prepararlo y reforzarlo.
    Así que, como decía Serrat —y no precisamente en una canción—, “corre, corazón”.