Aurresku por un jiennense
Jesús Vicioso Hoyo / Jaén
Ocho personas fallecieron, hace ahora cincuenta años, en la explosión de un horno de la fundición Ajuria y Urigoitia, en el municipio alavés de Araya. Entre los muertos había un jiennense. El incidente marcó un antes y un después en la historia local y en la economía vasca.

Ocho personas fallecieron, hace ahora cincuenta años, en la explosión de un horno de la fundición Ajuria y Urigoitia, en el municipio alavés de Araya. Entre los muertos había un jiennense. El incidente marcó un antes y un después en la historia local y en la economía vasca.
Recuerdo por un accidente laboral con nombres y apellidos. Las muertes en las fábricas siempre hacen mella en los pueblos, especialmente si son pequeños. Hace cinco décadas, Araya, capital de Aspárrena (Álava), se vistió de luto por un suceso mortal en la fundición de San Pedro y le costó trabajo quitarse el negro. En los años sesenta, la industria metalúrgica estaba en pleno apogeo. Había trabajo, tanto para los del lugar como para los de fuera. Por eso, cuando había alguna tragedia el dolor era repartido. Aquel 17 de agosto de 1961, la deflagración provocada por el estallido de uno de los dos hornos de la industria alcanzó a ocho empleados. Fue temprano, nada más comenzar el turno de las ocho de la mañana. Entre los fallecidos había un jiennense, Francisco de Paula Peña Martínez. Vivía en el pueblo del País Vasco con su familia, pero esta, tras la desdicha, regresó al Santo Reino con un gran vacío.
El incidente apesadumbró a Araya durante mucho tiempo. En aquel entonces, noventa obreros trabajaban en la fundición. Para dignificar el sufrimiento, el municipio homenajeó, medio siglo después, a su malograda cuadrilla. Recientemente, el Ayuntamiento de este pueblo vasco levantó un monumento en la zona conocida como El Prado, y para su inauguración se celebró un bello acto para hacer más vivo su recuerdo y, así, no olvidar.
El monumento es un viejo vagón empleado en la propia industria que reposa sobre una piedra de grandes dimensiones plantada en mitad del césped. En una esquina de la roca una placa alude la muerte del grupo finado. El jiennense, Francisco de Paula Peña, reza en mitad. Su hermano regresó a Araya para estar en el homenaje, tanto en el pleno especial de la Corporación Municipal —el salón de actos del Ayuntamiento se abarrotó de familiares— como en la cita posterior, en la que se recitó un poema escrito por una de las viudas y se interpretaron piezas musicales. También hubo una misa.
Un “dantzari” se alzó para bailar el aurresku, la danza típica con la que se rinde honores en el País Vasco. El baile se hizo frente a la placa con el nombre del jiennense junto con sus compañeros. Muy lejos de su casa, de su tierra, Francisco de Paula Peña Martínez revivió por unos instantes ante la emoción de las decenas de personas vinculadas por una tragedia. La metalúrgica hoy está cerrada y sus edificios, prácticamente en ruinas. Nadie llora por estos negligentes hornos, pero sí por sus trabajadores.
18 de agosto de 1961