Así no podemos seguir

José María Morillas Mediano/Desde Mancha Real. El señor De Guindos, en un alarde de hombre bonachón, de ser una persona justa que le quita el dinero a los ricos para dárselo a los pobres, dijo que los trabajadores no tienen que pagarle las medicinas al señor Botín, que este y los ricos deben pagar una tasa adicional para garantizar la continuidad del sistema público de salud.

    23 abr 2012 / 14:32 H.

    Hasta aquí todo bien, esto lo oye una persona con escasos recursos y lo aplaude, lo ve justo, e incluso es capaz de votarlo en las próximas elecciones. Pero, esto es otra burda mentira de las tantas que lanza el PP a la opinión pública. Las ideas liberales penetran con facilidad en la gente de pocos recursos, con poca capacidad crítica, y las introducen poco a poco, con cuentagotas, sin prisas, hasta que las consiguen meter hasta en el último de la fila. Primero nos dijeron que no eran partidarios del copago sanitario, pero que esto se caía, que algo había que hacer, que lo peor era no hacer nada, que si patatí que si patatá. Pero, ¿qué es lo que pretenden en realidad? El aplicar esta tasa a los ricos, un porcentaje muy pequeño en la población, no supone grandes ingresos a las arcas del sistema público, y ellos lo saben, pero por algo se empieza, a cuentagotas, poco a poco. Después, amplían la pirámide social por su parte media, de tal forma que esas tasas también las paguen las clases medias altas con mayores ingresos. Y ya sí les salen las cuentas. Después, esta población acomodada se verá incentivada a contratar seguros privados de salud y a desengancharse del sistema público. Este alejamiento del sistema conllevará en el medio plazo la exigencia de estas clases altas y medias de la devolución de sus impuestos relacionados con la salud con el argumento de la no utilización del sistema público y el pago que ya hacen a sus seguros privados, y al mismo tiempo influirán enormemente en la toma de decisiones políticas del PP para conseguir estas injustas pretensiones. De esta forma se va a crear un sistema público solo para pobres (con el copago del 10% sobre el precio del medicamento a los jubilados penalizando a los sin recursos), gravando la enfermedad que se convertirá en un pobre servicio cuando estas clases adineradas lo abandonen, lo que inevitablemente nos volverá otra vez a la injusta beneficencia del franquismo de muy baja calidad. Tres cuartos de lo mismo pasa con la educación: aulas masificadas con 40 alumnos, profesores desmotivados con poca ilusión, que trabajarán más horas y cobrarán menos; sobran en España unos 100.000 profesores interinos según CC OO y unos 15.000 en Andalucía, según el consejero de Educación. Y para colmo las matrículas universitarias se incrementan del 15 por ciento al 25 por ciento o al 50 por ciento, es decir, una matrícula que cueste 1.000 euros pasará a costar unos 1.500 euros o 2.000 euros según la carrera elegida, con lo que dejará fuera de la universidad a las clases más bajas, concretamente a los hijos de los trabajadores, y a los que están en situación de paro. Es-to es una verdadera vergüenza, es una inmoralidad que hay que pararla como sea. En los Pactos de la Moncloa, en plena transición hacia la democracia, se creó un sistema nacional de salud y de educación universal y gratuito (pagado con impuestos progresivos) igual para los ricos como para los pobres. ¿Qué debemos hacer ante semejante barrabasada? Defendernos con fuerza en la calle, todos unidos, la unión hace la fuerza. Defender la universalidad y gratuidad del sistema público de salud y de educación, que es lo único que tenemos los que ya nada tenemos.