Asesinos privilegiados
Nadie decente y honesto quiere mártires para la causa terrorista. Que un asesino muera en la cárcel puede canonizarlo en círculos abertzales, sí, pero no por ello hay que sucumbir a la presión y dejar libre al cruel carcelero de Jose Antonio Ortega Lara, el etarra Josu Uribetxerria Bolinaga, por muy enfermo que esté.

La concesión del tercer grado a presos enfermos será legal, pero no obligatoria. Esa es la perversión del sistema. Este terrorista que se presenta ahora como un pobre hombre con cáncer terminal no se ha arrepentido jamás de sus crímenes a sangre fría. Eso para empezar. Dar privilegios a estos individuos es inmoral. Desde el año 1996, veintitrés etarras han salido de prisión en tercer grado por motivos de enfermedad. Y con la decisión de ahora, se abre la espita para liberar a otros puñados de asesinos más. Señor, señor, somos tan buenos que da náuseas.
Con la venia. Con todos los respetos a su señoría, no alcanzo a entender qué trabajo cuesta hacer caso a unos padres que lo único que quieren es poder dormir en paz. Quedarse tranquilos de una vez sobre la muerte de su hijo, para ellos un asesinato, aunque accidente para la Justicia. Qué puede costar hacer las pruebas que ellos reclaman, que no son mandar un cohete a la Luna, para que, al menos, se convenzan de que se está haciendo todo lo que se puede. Que no dudo, desde luego, que se haya investigado al máximo, pero quizá no baste con que se haga, sino que, además, debería notarse más que se hace. Si Javier tuvo la mala suerte de matarse en una caída, que se demuestre y, si no, también. Pero no permitir que se sostenga una angustia que dura cuatro eternos años. Como si no fuese ya bastante dolor perder a un hijo.
¿Intocable?. “Sería la última partida presupuestaria que yo tocaría”, dijo Mariano Rajoy después del último Consejo de Ministros antes de irse de vacaciones. La frase no tranquiliza mucho. Ni siquiera si hubiese jurado por Snoopy que no la tocaría jamás. El presidente del Gobierno ya aumentó las pensiones un 1%, pero con un IPC disparado, ahora cumplir lo prometido puede costar más de 3.000 millones de euros. Por el bien de la paz social, las pensiones deberían no solo no tocarse, sino blindarse. Hay familias, a cientos, que subsisten con las pensiones de los abuelos. Otra cosa es que se revise y no se permitan jubilaciones con 45 años, por ejemplo. ¡Que haberlas, haylas! Por lo demás, de las pensiones que ni siquiera se hable, por Dios, o aquí puede arder Troya.
Incendiarios y pirómanos. El fuego se ha cobrado ya siete muertos y 130.000 campos de fútbol (hectáreas para entendernos) y aún no ha acabado el verano. El triste caso de La Gomera pone al descubierto no solo que hay terroristas medioambientales a los que no se castiga como merecen, sino que ciertas regiones, como Canarias, no saben gestionar su autonomía en momentos de crisis. Tras el desastre, la culpa es de papá Estado. ¡Por favor!
Publicado en la edición impresa de Diario JAEN del domingo 19 de agosto, en la sección "40 grados".