Asesinadas, que no muertas

Hace un tiempo me llamó la atención una pancarta en una concentración por la muerte de una mujer a manos de su marido, en la que se leía: “Asesinadas, no muertas”. La verdad es que cambia como de la noche al día. Uno puede morirse por mil motivos, pero si te provocan la muerte, ya no es simplemente muerte, valga la redundancia. Sin en todos los ámbitos es importante cuidar las palabras, en asuntos tan delicados como es el la violencia machista resulta ya primordial. Porque estamos llenos de estereotipos y frases hechas que hay que eliminar y que cuesta mucho, porque forman parte del día a día de la sociedad. Los mamamos, en realidad, porque hay que confesar que a menudo somos las mujeres las más machistas. La lucha es diaria, no se debe bajar la guardia, desde el comentario sexista en el trabajo, hasta la discriminación laboral por cobrar menos sueldo que un hombre. Todo es un suma y sigue. La sociedad lleva el machismo en su ADN, pero también debemos pensar lo que se ha avanzado desde nuestras abuelas hasta hoy. Eso es fundamental, pero debe animar a seguir en la lucha, en lugar de a la relajación por todo lo conseguido. Dentro de cincuenta años, nuestras hijas también serán testigos de la evolución. Al menos, eso espero y deseo.

Inmaculada Romero Ortiz

    30 nov 2015 / 12:16 H.