Aquella gota de leche

Estaba instalada en los bajos de la Diputación, junto al mercado de San Francisco. Esta institución benemérita y atendida por sores que se ganaban el cielo en la tierra, repartían leche y otros energéticos alimentos a los que tenían dientes y no podían comer, o a criaturas indefensas que cometieron el pecado de nacer al mundo miserable y ruin. Otra historia repetida en el tiempo y en el espacio. Hoy, aunque sin las ollas llenas de comida en la puerta de Auxilio Social, Cáritas o la parroquia de Belén y San Roque, ayudan a quienes no cobran ni un duro, perdón, un euro, porque están en el paro desde que nacieron o se ven en la calle durmiendo en la acera para ver más de cerca el espectáculo de las estrellas, al no poder pasarse por la indiscreta, aunque justiciera ventanilla bancaria para pagar la hipoteca. Qué curioso y qué maldad más sobresaliente. Los políticos “pogres” están en contra de la caridad. Ellos prometen el oro y el moro, pero solo reparten quincalla y abalorios de todo a cien. Estas instituciones benéficas sí que siguen a Francisco, nuestro humilde, y yo diría que hasta simpático, Papa; a Jesús, repartiendo peces y panes a los hambrientos.

    01 jun 2015 / 10:46 H.