Aprobar el desayuno
7:00 horas a. m. en un dormitorio cualquiera de un estudiante, todavía queda tiempo para protagonizar el último capítulo de la serie de moda, tan solo faltan unos momentos para que la infernal chicharra se cuele en el circuito neuronal cuando más sabrosos son los minutos de sueño.
El sonido del despertador indica el inicio de una lucha sin cuartel por ganar unos minutos para el lento desperezar, en estas condiciones se empieza a sacrificar tiempo en pos de tan noble objetivo, de forma que la transición entre el abandono del catre y la llegada al centro escolar se convierte en una carrera contra el reloj donde día a día se van batiendo marcas. En este contexto parece difícil poder programar unas pautas correctas de higiene, vestuario, pero sobre todo de alimentación. Resulta muy manido el tópico de que “el desayuno es la comida más importante del día”, pero las últimas investigaciones no hacen otra cosa que confirmar este hecho y desvelar su particular relevancia en el ambiente académico. Hay que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10 horas sin recibir ningún alimento. Si en estas condiciones el estudiante se presenta en el centro escolar la falta de glucosa va a condicionar el aprendizaje acarreando un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan particularmente afectadas. Debemos recordar que el cerebro es el órgano que mayor cantidad de glucosa consume, de hecho, las personas que omiten el desayuno ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo (descenso de la hormona insulina y aumento de cortisol y catecolaminas) para mantener la glucemia (nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en el rendimiento físico e intelectual. No es raro ver en los centros escolares, a primera hora, un grupo de zombis inanimados que luchan por mantener la bipedestación con nula capacidad de atención. En la mayoría de casos, estos cerebros deberán esperar 3 horas para conseguir extraer de alguna pieza de bollería industrial, saturada de grasas hidrogenadas, algo que merezca la pena. Respetar los tiempos de descanso y desayuno es básico para un normal funcionamiento, los nutrientes presentes en nuestro despertar deben ser equilibrados: lácteos que nos dan proteínas, de alto valor biológico, calcio, hierro y zinc. Cereales, galletas, pan, etcétera, con su glucosa de absorción lenta. Frutas cargadas de vitaminas hidrosolubles. En total no menos del 25% de las calorías a consumir durante todo el día. La productividad académica necesita de un calentamiento específico, de no ser así, el riesgo de esguince cerebral se manifestará en forma de inevitable suspenso.
Javier Morallón es profesor de Biología