11 ene 2009 / 23:00 H.
El mensaje político para que el sector del aceite jiennense se una no es nuevo, pero cobra valor porque la situación actual, con un valor de 1,82 euros por litro, tiene en estado de máxima alerta a los productores. Con los precios de las últimas semanas numerosas explotaciones dejan de ser rentables y de ahí que los olivareros comiencen a posicionarse para que su capacidad de control sobre los importes sea otra. Se da además la paradoja de que esa caída en picado de los precios en origen no va acompañada con un descenso en lo que paga el consumidor, por lo que tampoco se consiguen nuevos consumidores al calor de los bajos precios. Una idea con la que históricamente se contentaba a los agricultores como un mal menor. Esta ecuación, no obstante, no siempre se ha demostrado real y lo que nunca cambia es que el mayor valor económico está en la comercialización. Unos intermediarios que se aprovechan de la estructura atomizada del sector y del miedo para acabar comprando el aceite de oliva a precios bajos. Ante este panorama sólo cabe apostar, esta vez sí de forma decidida, por una unidad que sea capaz de mantener unos importes garantizados y, si no, de gestionar el patrimonio aceitero. Además, cala en las almazaras que los socios compartan cada vez más gastos comunes y que de esta manera se reduzcan los precios que pagan por determinados servicios. La historia reciente de la provincia, en cuanto a experiencias empresariales aceiteras se refiere, no es ejemplar, pero por el fracaso de varias iniciativas no se puede asistir pasivamente a la fortaleza comercializadora y emprendedora de otras provincias sin mover pieza. Existen la necesidad y el convencimiento de los olivareros, el apoyo expreso político y un horizonte sin ayudas que debe hacer a la provincia más competitiva si quiere seguir contando con el olivo como pilar básico y riqueza de su economía.