Apenas hablamos de política

En verano coincidimos con un italiano que todos los años formula las mismas preguntas: '¿De qué habláis los españoles?' Algunos vecinos piensan que el tipo pesa como el plomo; otros, que tiene mala memoria, y un grupito reconoce que cada temporada le damos respuestas distintas. De todo un poco, pero más segura la tercera posición.

    02 nov 2012 / 18:10 H.

    Las contestaciones antiguas se parecen cada año menos a las recientes. Entonces, de “toros y fútbol”, y en poco tiempo cambiamos los factores, de “fútbol y toros”, y es probable que pronto dejemos solo al fútbol porque de toros se habla cada vez menos, aunque de los toreros se habla a diario en determinados programas de televisión: siguen reuniendo atractivos de héroes nacionales, pero todo lo que hablan de ellos es ajeno al toro. De tales programas se habla tanto que avergüenza referirlo: ponen de moda a los personajes, toman a uno una temporada y lo llevan por la calle de la amargura hasta que agotan su vida privada, precisamente cuando la gente se cansa de escuchar las mismas boberías. El español habla según el espacio. En los ascensores, casi siempre del tiempo, quejándose cuando llueve porque está lloviendo y cuando no llueve porque debería llover. En Madrid, ciudad con muchos ascensores, ironizaban contra la gente del campo porque “están siempre mirando al cielo”, pero dejaron de hacerlo cuando descubrieron que su calidad de vida necesita esa mirada por los efectos de la lluvia en la contaminación. Desde entonces, puede afirmarse que mirar al cielo ya no es de catetos, como suelen serlo en las grandes ciudades quienes no conectan con la naturaleza. El italiano se extraña con estas cuestiones, levanta las cejas y sonríe para la siguiente pregunta: “¿Los españoles no hablan de política?”. Poco, apenas nada, contestamos. La respuesta también causa extrañeza en españoles que piensan que nos pasamos el día con lo que Eiximines llamaba “Regimiento de la Cosa Pública”, pero admiten la explicación. Hablamos muchísimo de los partidos políticos, normalmente para desprestigiarlos, tal y como educó el franquismo, y de los políticos para descalificar los perfiles personales, sin entrar en ideas ni en capacidades culturales o intelectuales, porque eso sería hablar de política. En ese aspecto, triunfa más la derecha, que sigue con mayor fidelidad la tradición española. Para el próximo verano, cuando el italiano vuelva con sus preguntas, podrá ponérsele un buen ejemplo. En el País Vasco y en Galicia se celebraron elecciones en un momento en el que el creciente independentismo catalán apretaba las clavijas para lograr el Estado de Cataluña; en los comicios vascos barrieron los independistas, pero como en Galicia perdieron los socialistas, el problema de España es si debe continuar Rubalcaba, que es como coger el rábano por las hojas. 

    J. J. Fernández Trevijano es periodista