Antonio Machado: Cien años en Baeza

Sin vocación de maestro, tampoco de catedrático, aunque dispuesto a cumplir con su deber, cargado de libros de filosofía  —de Platón, Leibniz, Spinoza, Kant o Bergson—, Antonio Machado, uno de los referentes de la generación del 98, la poesía, el compromiso ético y el drama español contemporáneo, se presentó en el Instituto de Baeza en 1912 y allí ejerció la docencia hasta 1919.

    22 may 2012 / 10:56 H.

    Llegó tan desgarrado y abatido por la muerte de su adorada Leonor que confundió la monumental ciudad de impresionante belleza renacentista y manierista con un “rincón moruno”. En aquellos años de conservadurismo monárquico en que la Restauración infundía desesperanza y fatalismo, Machado intensificó la relación epistolar con otros intelectuales inconformistas como él, Unamuno, Ortega, Juan Ramón, Valle-Inclán o Azorín con los que compartía proyecto liberal, modernizador y regeneracionista; reivindicaba la necesidad de una catarsis nacional; y sostenía que el destino de España se encontraba en el concierto con las naciones más avanzadas. El retrato de Cristóbal Ruiz nos muestra, en toda su humildad humana y grandeza moral, a aquel hombre bueno, muy bueno, de proverbial descuido en el vestir, misterioso y silencioso, con una mirada tan profunda que, como constató Rubén Darío, “apenas se podía ver”. Don Antonio, paseante por interminables caminos de soledad, buscador infatigable del alma de España, se manifiesta en la exposición del ayuntamiento, unido para siempre con Baeza.
    Gabriel Ureña es profesor