ANTONIO LIÉBANAS MORALES. "Para curarse hay que iniciar una vida nueva por completo"

MARIAM LÓPEZ
La mirada transparente de Antonio dice todo sobre él: hombre sincero, buena gente y luchador. Pasó por la dureza del alcoholismo y tocó fondo, pero volvió a nacer, volvió a vestir su propia dignidad y ahora ayuda a que otros la recuperen. Desde luego merece mi homenaje en forma de modesta entrevista a alguien tan admirable.

    06 nov 2011 / 11:01 H.

    —Cuénteme algo de usted y de cómo surge la Asociación “Volver a Nacer”.
    —Soy de Los Villares y nací en una familia muy humilde. Comencé a beber muy joven porque todo el mundo bebía, era una costumbre social y, en la propia familia, no estaba mal visto que un niño o un adolescente bebiera en alguna fiesta. Algo que ahora a mí no se me ocurriría hacer con mis nietos. Pero entonces se aceptaba sin problemas, con 13 o 14 años bebía habitualmente aunque poca cantidad. Cuando me fui a la mili, las embriagueces comenzaron a ser más habituales y, sobre los 25 años, la situación estaba descontrolada. Me casé con esa edad y vi nacer a mi primer hijo por casualidad porque con mis borracheras tenía fugas geográficas, igual comenzaba a beber en mi pueblo y podía terminar bebiendo en cualquier punto de España. De los 25 a los 30 años, mi vida fue un desastre. Los dos últimos años los pasé borracho, inconsciente de lo que estaba haciendo. Ingresé en el Psiquiátrico en dos ocasiones; desde que salí en la última, llevo sin beber 36 años. Desde entonces no he parado de moverme y buscar información, literatura de alcohólicos anónimos y asociaciones dispersas por España. Y respecto a “Volver a nacer”,  surgió cuando decidí dejar la primera asociación de alcohólicos que yo fundé en Jaén, que fue Ajar. Como eso no iba conmigo, con un grupo comencé la andadura de esta nueva asociación que aparece en los sótanos de la parroquia de San Juan Bosco, hasta que encontramos el local donde se ubica actualmente y, con ayuda de todos y pidiendo mucho, la hemos levantado. Además, somos institución adherida a “Andalucía compromiso digital”, donde ayudamos a la gente a aprender sobre nuevas tecnologías.
    —¿Qué perfil tiene la gente que se acerca a la asociación?
    —En los últimos años el perfil ha cambiado mucho. Ahora llega mucha gente porque el alcohol le ha llevado a los malos tratos, o matrimonios rotos por el alcoholismo, gente con condenas judiciales por conducir ebrio o meterse en peleas por este motivo y a los que se le obliga a recibir  tratamiento. Entonces la gente ya no viene voluntariamente porque necesite dejar de beber, ya que esto interfiere en su vida familiar, personal o profesional, sino porque se les obliga y no duran mucho. Someterse a este tratamiento no puede ser una obligación si de verdad el enfermo no quiere recuperarse. Están llegando también muchas mujeres jóvenes, muchas de ellas de otros países, que están siendo tratadas gracias a algo muy novedoso en la asociación, que son las terapias virtuales a través de internet para quienes no tengan medios económicos o viven lejos y no pueden venir aquí. Y en cuanto al nivel cultural o poder adquisitivo, o edad, aquí viene gente de toda clase y edades.
    —¿Cree que ha bajado la edad de iniciarse el consumo de alcohol?
    —Quizá la edad se ha retrasado algo porque antes, como te dije, no se le daba importancia a que el niño bebiera un vaso de vino, incluso se le daba algún alcohol a los niños para que les entrara ganas de comer. Ahora, sin embargo, sí se le da importancia a que un menor beba, se ve el peligro que esto conlleva. En lo que sí se ha bajado la edad es en el consumo abusivo de alcohol en edades cada vez más tempranas.
    —¿Qué opina de los macrobotellones?
    —Siempre he mantenido que fomentan el consumo de alcohol. Los macrobotellones son una bomba de relojería, pero nadie tiene la solución. Es un peligro porque el abuso del alcohol puede llevar al consumo de otras drogas, en estados de ebriedad puede pasarse, si te lo ofrecen, a tomar otras sustancias.  Esta juventud corre el riesgo grave de ser un enfermo alcohólico en un futuro o un politoxicómano que comienza tomando alcohol y pasa a las drogas tomando lo que le den, y eso lo vemos frecuentemente en nuestra asociación. En mi caso, yo salía a beber y a veces me emborrachaba, ahora salen a emborracharse directamente.
    —¿Se oculta más el alcoholismo cuando se trata de una mujer?
    —Sí, la mujer no lo reconoce y cuando empieza a tener este problema no lo difunde. Suelen beber solas y en casa. En las reuniones o con la familia, intentn beber menos o no beben porque saben que no podrán controlarse; por ello lo hacen a solas en casa. Es fundamental que lo cuenten y pidan ayuda.
    —¿Qué terapias ofrecen?
    —Terapia de grupo. Yo he visto muchos tipos, pero ninguna funciona como esta. La terapia es conjunta, enfermos y familiares, sean recién llegados o los que llevan muchos años, porque el recién llegado puede hacer recordar al que lleva mucho tiempo cómo llegó él al grupo y afianzarlo, y al nuevo que vea que se puede salir. Se trata de terapias vivenciales, del sentir que cada uno tiene en ese momento y lo enriquecemos con nuestra experiencia en momentos similares a los que cuenta el recién llegado. Es importante que la familia les acompañe porque muchas veces los familiares están más enfermos que el enfermo, porque sufren, no pueden desahogarse con nadie y aquí encuentran ese apoyo. Para curarse hay que iniciar una vida completamente nueva.
    —¿Cuánto tiempo es necesario para recuperarse del alcohol?
    —No hay tiempo, te recuperas todos los días. Todos los días tienes que tener un propósito nuevo, el alcohol te lleva a perder tu propia dignidad y tienes que ir recuperándola cada día. Yo llegué a perder el nombre porque era el borracho; hoy vuelvo a ser Antonio. Cada día intento ser mejor persona, tratar a todo el mundo igual y luchar por las causas en las que creo. Eso te recupera a diario.
    —¿Cómo una persona puede saber que tiene problemas con el alcohol?
    —Si le cambia su personalidad cuando bebe aunque sea poco, si hace cosas de las que después se arrepiente, o están mal, debe dejar la bebida. Y se sabe muy claramente cuando pruebas a dejarlo y no puedes, sientes ansiedad y una necesidad de hacerlo que no puedes controlar.
    —¿Qué diría que es lo fundamental para ayudar a un alcohólico a salir?
    —Lo primero es que hable con alguien que haya tenido su mismo problema y contarlo a su familia. La desinformación que hay sobre esta enfermedad hace que a veces la familia no sepa reaccionar adecuadamente, por eso hay que buscar una solución entre todos, porque dejar de beber implica muchas cosas, no es fácil y supone cambiar radicalmente de vida. Un amigo mío decía que un alcohólico rehabilitado era la persona que volvía a vestir de nuevo su propia dignidad.