17 sep 2014 / 10:39 H.
Una década sin su voz ajilguerada, o más bien de ruiseñor en celo cuando la primavera pinta de flores y esperanza estos campos de pan, vino, aceite y poquito más. Juan Valderrama fue un entendido del cante, atreviéndose, porque tenía suficiente capacidad para hacerlo, con todos los cantes flamencos habidos y por haber. Algunos críticos de su época tenían vendas en los ojos, no viendo más allá de sus narices criticadoras. A Juan se le negó el pan y la sal, pero lo que desconocen los críticos o son reacios a reconocerlo, es que a Tomás Pavón, la Niña de los Peines y Pepe Pinto, se les caía la baba con los cantes de nuestro torrecampeño universal. Acabo de escuchar una caña cantada a trío por Fosforito, Pepe Pinto y Juan Valderrama. Mejor, imposible. Perfecta en su ejecución, melismática en su exigencia, jondura en su conjunto. Valderrama fue un pajarillo que tenía vuelo para rato. Recordarlo en esta mirilla es mi misión cumplida, haciendo honor al refrán, es de bien nacidos ser agradecidos. Juan Valderrama sigue vivo en mi memoria, oiga, y a toda honra vanagloriosa, faltaría más.