Anderos por un día. Las 14 sonrisas romeras de abril

El GRAN ANHELO CUMPLIDO DEL MATRIMONIO NAVARRO CASTILLO


No está pagado con nada. El cosquilleo, los nervios, la emoción que sintieron Manuel Navarro y Rosario Castillo al coger las andas de la Virgen de la Cabeza no se pueden explicar. No importaron los empujones, el calor, el cansancio. Todo se olvidó en el momento en que sus pieles entraron en contacto con la madera e hicieron realidad un sueño. El matrimonio de Lopera, ambos de la junta directiva de la cofradía, recordarán siempre la romería de 2014 y así se lo trasladarán a su familia. Rememorarán este día como un momento tan especial como cuando la Virgen sale del santuario los días de lluvia e, inmediatamente, el cielo se abre para respetar su procesión. Ahora, cuando participen en sus peregrinaciones andando —en abril y en septiembre—, en el corazón y la mente compartirán tan irrepetible experiencia, lo mismo que cuando vuelvan al cerro en coche, como suelen hacer. Relatarán su nuevo vínculo de complicidad con la Reina de Sierra Morena.

 

TINO RECIBE EL "ABRAZO MATERNAL" DE LA REINA DE SIERRA MORENA 


Tino Castro siente auténtico fervor por la Virgen de la Cabeza. Desde que tenía 18 años, ahora cuenta 43, lleva la imagen de la Virgen de la Cabeza de Marmolejo, uno de los pueblos más romeros y marianos de la provincia. Sin embargo, ayer fue su segundo año seguido como andero en el cerro del Cabezo. “Cuando la llevo es como si sintiera el abrazo de una madre”, dice con un nudo en la garganta este encargado de una finca agrícola. Hombre sencillo, de pocas palabras, Tino pertenece a la peña “Por ti Morenita ¡ya vamos tarde!”, con la que hace el camino en carreta. Hoy regresa a casa después de un fin de semana de intensas emociones. “Ya pienso en la próxima romería”, comenta a su hermano y a su sobrina, quienes también, por unos minutos, tuvieron el privilegio de llevar sobre sus hombros a la patrona de Sierra Morena.

 

EL LLANTO CONTENIDO DE CRISTINO PEDROSA

Lo intentó una vez y se jugó el físico, porque prácticamente lo llevaron en volandas. Desde entonces, Cristino Pedrosa Expósito, de la cofradía de Lopera y costalero de Nuestro Padre Jesús Nazareno, contaba los minutos para poder hacer realidad un sueño. Con un pellizco en el estómago y con el llanto contenido se dejó llevar por la Asociación de Anderos hasta debajo de las andas y lograr, al fin, cumplir el máximo deseo de cualquier romero. Lo hizo en el tramo final de la procesión, pasada la casa de Andújar. No tiene palabras para expresar su agradecimiento ni puede evitar que a su mente afloren tantas décadas de devoción. Casado con Inmaculada y con dos hijos —Cristino y Carlos—, de pequeño subía a la novena con sus siete hermanos en un Land Rover. Desde entonces, muy pocas veces ha fallado y cuando lo ha tenido que hacer, se le ha partido el alma. Porque para él no se puede explicar con palabras lo que se siente al estar cerca de Ella, mucho menos cuando se va debajo.

 

EL REENCUENTRO EMOCIONADO DE JOSÉ ANGUITA MORALES

La veteranía no es sinónimo de serenidad. Los nervios son idénticos a los del primer día, máxime cuando hace años que no la porta, que cede su sitio a sus hijos, anderos de la Virgen. A sus 66 años, José Anguita Morales no creía que volvería a tener sobre sus hombros a la reina de su corazón, a la mujer que, año tras año y ya hace 35, acude a visitar. A la entrada de la “ciudad de las carretas” volvió a conseguirlo, con el mismo pellizco del primer día.
Todavía recuerda sus primeras romerías, de la mano de su padre. Subían con un camión y una silla en medio. De ahí pasó al coche, a la tienda de campaña, la carpa y un sinfín de refugios. Porque este cofrade de la hermandad de Jaén capital no perdona una oportunidad para estar con La Morenita, ya sea el último domingo de abril o en la Aparición.

RUFINO CEVIDANES, EL HOMBRE TRANQUILO QUE DESBORDA DEVOCIÓN

Rufino Cevidanes lleva muchos años portando la imagen de la Virgen de la Cabeza, pero eso no impide que cada vez que se pone debajo del trono se emocione. Su pasión por La Morenita se pierde en el tiempo. Criado en el barrio de la Merced de la capital, Rufino es un hombre pausado hasta que está ante la Reina de Sierra de Morena. En ese instante, siente la piel de gallina y su cuerpo se acelera. En la puerta de la casa de hermandad de Torredonjimeno mira cara a cara a la Virgen y ocupa entre empujones su anda. Sabe que ha llegado el momento que lleva esperando durante todo el año. Padre de cuatro hijos —Rufino, Juan Ignacio, Francisco Jesús y Darío—, todos ellos anderos como él, llega al cerro una semana antes de la romería. “Me gusta vivir el ambiente previo de hermandad y estar en contacto con la naturaleza”, asegura.

RAFAEL Y PALOMA, LÁGRIMAS DE AMOR

Paloma Castro no podía contener los nervios. A La Morenita aún le quedaban unos doscientos metros para llegar a la Ciudad de las Carretas, punto en el que ella y su padre, Rafael Castro, estaban citados con la Virgen. Pasada la una y media de la tarde, uno de los responsables de la Asociación de Anderos tocó el hombro de Paloma. En ese momento rompió a llorar. Rafael Castro, que regenta un bar en Marmolejo, se abrazó a ella con la misma fuerza con la que ambos lo hicieron a las andas. Padre e hija unidos por una misma pasión: La Virgen de la Cabeza. “Esto no se puede describir con palabras. La emoción es enorme, aunque le he pedido salud para la familia y trabajo para los que no tienen”, apuntó Rafael nada más concluir su periplo como andero. Paloma era incapaz de articular palabra alguna y solo esbozó una dulce sonrisa. Tanto ella como su padre pertenecen a la peña romera “Por ti Morenita ¡ya vamos tarde!”.

Fotografías de Agustín Muñoz 

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27 abr 2014 / 22:00 H.