Andaraje, ni lucro ni espumas

En el prólogo sin firma de la obra que Richard Sennett titula Vida urbana e identidad personal, el autor escribe: 'Introducir un libro avalado por un éxito que, visto desde aquí, sería calificado de clamoroso, cuando representa, al mismo tiempo, un estilo de hacer sociología que sería calificado de anticuado, literario o poco científico si su autor fuera un sociólogo español…'

    25 ene 2013 / 16:32 H.

    Sobre el desprecio de los españoles de lo propio son muchos los toques de atención de intelectuales e investigadores porque es una realidad constatada, lo que entendemos por realidad, apostillaría María Zambrano. El polémico Unamuno expresó algo parecido al prologuista de Sennett: “En tanto que se duda de la conciencia de nuestro atraso respecto a otros pueblos cultos; ahora, unos atolondrados que no conocen nuestra propia historia (…) dicen que no hemos tenido ni ciencia, ni arte, ni filosofía ni Renacimiento (…) ni nada”. Quizás, en algunas comunidades autónomas ocurra menos sobre lo suyo, pero no en Andalucía, donde prima esa ignorancia en personas que deciden sobre nuestra cultura, con la indudable paciencia de quienes la crean. La reflexión la provoca un hecho normal: moviendo libros en la biblioteca acaba en mis manos uno que opera en la melancolía, confirma afectos que no pueden eliminar ni la distancia ni el tiempo. En una de las fotografías figuran Miguel Ayala y Pepe Olivares, alma inquebrantable de Jabalcuz, la galería de arte donde está tomada la imagen. En ella están Jesús Barroso y Pepe Nieto, cosa lógica porque el libro tributa los 40 años de la Cita Folk de Jódar promovida por Andaraje, el grupo de investigación e interpretación folclórica creado en 1972. Los méritos de Andaraje, de Nieto y Barroso, pueden resumirse en una posición indiscutible: mantienen el espíritu, la valía ética y un reconocimiento fuera asimilable al de la Sociedad del Folk-Andaluz creado en 1882 por miembros tan destacados como Antonio Machado y Álvarez “Demófilo”, el cervantista Rodríguez Marín o el trasalpino Hugo Schchardt, nombres que por las razones de Unamuno a muchos no dirán nada. No obstante, Andaraje ha recibido en Jaén varios reconocimientos, entre ellos el de Cultura que cada año concede este periódico, pero afortunadamente no es grupo local ni localista, aunque su espíritu sea el de convertir lo local en universal como reclamó Tolstoi para la literatura. En Andalucía no debe aplicarse con rotundidad el pensamiento unamuniano ni descartarlo por completo porque tampoco se les valora como fuera, donde lo integran con los grupos de mayor importancia europea. Al recordarlo, cualquiera puede preguntarse por qué entre tantos premios y distinciones aún no presentan la medalla de Andalucía, aunque puede que la culpa sea suya: nunca les ha movido el lucro ni el marketing de espuma. 

    J. J. Fernández Trevijano es periodista