Andalucía no es al-andalus

Definía Ortega una nación como 'un proyecto sugestivo de vida en común'. La idea de nación es una de las mayores y más fértiles ideas que ha dado Europa al mundo, ella misma es una nación de naciones como afirmó Montesquieu. Personalmente, puedo entender un nacionalismo dinámico e integrador que aspire a unir diferentes pueblos en un camino, sin uniformidad, en una empresa y dirección común.

    04 nov 2011 / 10:34 H.

    Pero llevamos demasiados años padeciendo esos nacionalismos, incluido el español, frutos podridos del romanticismo ya superado, de Herder, de la crisis del ideal universalista de la ilustración, de la nostalgia absurda y estúpida de la vieja comunidad perdida. No construyamos un nacionalismo mezquino como el que hemos sufrido en el siglo XX.; no se nos insta con él a acometer empresas de mérito, a unirnos a otros, sino a sembrar el victimismo y a tergiversar la historia para su propio beneficio: supuestas potencias invasoras, supuestas razas, supuestos territorios. En un país como Andalucía todo esto puede rozar lo esperpéntico. Se reemplazan las realidades históricas y antropológicas de sobra estudiadas (lengua neolatina, cultura grecolatina, derecho romano y germánico, influencia judeo-cristiana, islámica, entre otras) por cuatro tópicos, por hechos diferenciales inventados o arbitrariamente escogidos o parciales. Se habla de idioma andalú confundiendo el habla con la lengua, se miente confundiendo el arte Andalusí con lo andaluz, se habla de influencia cristiana olvidando la larga tradición materialista y atea. Ese paraíso perdido, ese sueño de lo que nunca fue, esa nostalgia de un terruño propio hollado por extraños no denota más que la misma vacuidad intelectual que el resto de nacionalismos que no miran el futuro y que tanto dolor han sembrando (exilio, muerte, falta de libertad, etcétera). Andalucía no existía en el Antiguo Régimen, existía la Andalucía o las Andalucías, como lugar geográfico ocupado por los reinos de Jaén, Córdoba, Sevilla, Granada, cada uno con su peculiar identidad y escasas relaciones entre ellos, parecido a las autonomías actuales y englobados en la Corona de Castilla. Andalucía y su territorio no es más que el fruto arbitrario y necesario de las profundas reformas, sobre todo de las liberales, que pretendían modernizar administrativamente nuestro país y que son la base del mapa español actual. En Jaén podría justificarse que poblaciones como Génave, Segura, Siles o Pontones pertenecieran, como ya lo hicieron, a Murica; Beas de Segura podría ser manchega, como ya fue; pero todo esto no es lo importante, lo que importa es el respeto a la realidad cultural de nuestro pueblo y el deseo de participar en un proyecto común.
    Miguel Ángel Olivares es escritor