ANA MARÍA CRUZ LÓPEZ. 'Me gustaría formar a gente, transmitir lo que he visto y sé'

MARÍA DEL MAR VÁZQUEZ
Es una mujer que siempre ha tenido claro lo que quería hacer profesionalmente. Ha luchado por ello y, a día de hoy, sigue con entusiasmo y apostando por lo que cree que debe ser su línea de trabajo.

    27 jun 2010 / 09:36 H.

    —¿Por qué decidió ser estilista?
    —Desde que recuerdo, siempre he querido dedicarme a esto. De pequeña, siempre andaba con un peine en las manos e intentaba peinar a cualquier visita que llegaba a casa. Me encantaba y creo que nunca he tenido duda alguna sobre esto, es más, no me veo haciendo otra cosa. He sido la única de mi familia que se ha dedicado a esta profesión. La familia de mi marido, en cambio, sí que tiene antecedentes. Pero eso es posterior, ya que cuando lo conocí, ya me dedicaba a esto.
    —¿Cuál es la diferencia entre peluquera y estilista?
    —Como peluqueros se nos conoce en el sur. De Madrid para arriba, somos estilistas. Cuando llegué a Barcelona por motivos profesionales, me encontré con que, en cualquier academia o cualquier centro, se estudiaba perfeccionamiento, porque se suponía que ya llevabas la base. Yo hice maestría aquí en Jaén, que era lo que entonces se exigía para ser algo más que un peluquero de los que empiezan detrás del lavacabezas mirando y aprendiendo. Ser algo más que esto siempre fue mi inquietud. En mi época, cuando una niña no tenía claro qué iba a hacer, si no quería estudiar una carrera, hacía peluquería, por lo que estaba un poco desprestigiada. Entonces, decidí estudiar para demostrármelo a mí misma y, sobre todo, a mi padre, que no veía necesario que yo viajase para aprender o hiciese cursos. Empecé a estudiar aquí y, cuando ya pasó mi época en Andalucía, ya que también estuve en Málaga con una multinacional muy conocida, me encontré con que, en cualquier curso de perfeccionamiento, te obligaban a hacer estilismo. El estilismo no es sólo peluquería; la diferencia es la imagen del cliente que atiendes, no sólo te dedicas a hacer un corte de pelo, o un color, tienes que hacer un visagismo. Nos exigían hacer manicura, pedicura y maquillaje. Me di cuenta de que era lo que yo quería Tuve la gran suerte de poder acceder a los cursos que tenía que hacer, ya que residía entonces en Barcelona, donde viví durante doce años.
    —¿Qué se requiere para ser estilista?
    —Es cuestión de visagismo, a lo que ahora llaman asesor de imagen, en el que se hace un estudio de la morfología de cada persona.
    —¿En qué sitios ha trabajado?
    —Después de la academia en Jaén, me tuve que desplazar durante dos años a Linares, porque la academia Martín era la única donde me podían dar el primer grado de FP para acceder a una maestría industrial, que era lo que yo quería. Eran cinco años de un primer grado y, después, un segundo grado, que afortunadamente terminé. Lo que me abre el camino para abrir una academia, mi gran reto. He trabajado en Jaén, Madrid, Valencia y Barcelona. Abrí mi primer salón en Barcelona. Entonces no tenía hijos y era muy joven. Lo que quería era poner en práctica lo que sabía y estaba aprendiendo. Como siempre, luchando en contra de la voluntad de quienes no creían en este negocio, abrí en una semana, lo que fue sorprendente. Afortunadamente, he podido vivir como quería y haciendo lo que más me gusta.
    —¿La imagen lo es todo?
    —Yo tengo que pensar que sí, o, al menos, un tanto por ciento muy alto. Yo misma me regaño muchas veces cuando me veo, porque no me dedico el tiempo necesario. La imagen personal creo que es fundamental para todo, tanto para el propio estado de ánimo, como para la proyección a los demás. Somos así, la imagen de una persona, la primera impresión, es la que te llevas. Si no tienes la oportunidad de seguir conociendo a esa persona, ya te llevas esa idea de la primera o única vez que la viste.
    —¿Qué buscan los clientes hoy?
    —En general, demandan esa solución que andaban buscando tanto tiempo, bien sea para sentirse mejor, verse más guapo, más actual, más joven o más cuidado. Y no siempre se la podemos solucionar del todo.
    —¿Cambían las personas o las demandas?
    —Ambas y, además, muchísimo. Se le da mucha importancia a la imagen, sobre todo, los jóvenes y personas de mediana edad. La persona que está en activo, lo que busca es llevar una buena imagen, un buen color y corte de pelo. El marcado lo dejan para una ocasión especial. Buscan calidad y no sentirse mal cuando se arreglan el pelo en casa, sin tiempo apenas. La clientela más joven, sí sabe y tiene claro lo que quiere, ya que está muy informada por las revistas y la televisión.
    —¿Sigue siendo la mujer quien más demanda en este campo?
    —Sí, pero afortunadamente se ha incrementado la clientela masculina, sobre todo, en estética. Los hombres se cuidan mucho y son clientes muy fieles. Creo que les cuesta dar el paso, llegar a un centro unisex, pero, cuando lo hacen y les gusta, se dejan aconsejar y se lo toman en serio. Demandan, sobre todo, depilación y solarium. Hay algunos que mantienen el bronceado todo el año.
    —¿Cómo afecta la crisis en este sector?
    —Yo, como empresaria, me defiendo como puedo, con el gran apoyo de mi marido, Paco, por supuesto. Yo estoy en el salón muchas horas, oigo de todo y veo que la gente tiene pánico. Nosotros nos vamos defendiendo como podemos en una época mala, que viene desde final de 2008. En Navidad, ya se notó muchísimo y, después, en las comuniones, también. La gente ahora tiene menos poder adquisitivo, prioriza más y prescinde de todo lo que no es muy necesario. Por eso entiendo que una persona que no tiene un motivo especial, se arregle en casa. No lo comparto, pero lo entiendo. Seguimos adelante, siempre, queriendo mantenernos, mantener a la plantilla y, por supuesto, trabajar cada vez mejor. Yo he apostado, y ahora más, por tener lo mejor,  hacer un buen trabajo, tener un buen personal y dar trato de calidad al público. Es mi línea de trabajo.
    —¿Cuántas horas dedica a esta empresa?
    —Muchísimas, no tengo horario, pero tengo la suerte de que Paco me apoya, tengo dos hijas y, cuando no llego, pues ahí está el. Parecerá un tópico, pero siendo mujer tienes que demostrar el doble. Tienes que saber llevar tu negocio, pero, además, controlar la casa y la familia. A diario, estoy hasta que hace falta, ya sean las dos, las tres o las cuatro. Por la tarde, igual; cuando ya no quedan clientes, hay otras cosas que hacer. Es una dedicación de lunes a sábado increíble, mi fin de semana se reduce al domingo. Tengo a mi cargo en este momento a veinte personas.
    —Se ha organizado recientemente el I Salón de Estética y Peluquería de Jaén.
    —Sí, es la primera vez que se organiza en Jaén. Me parece fenomenal, me enteré tarde, como le ha pasado casi todo el mundo porque ha sido organizado un poco a lo loco, según me decía parte de la gente que ha expuesto. Este año, al ser el primero, pues igual no ha habido tiempo. Citas como esta se necesitan en Jaén, ya que lo único que tenemos en cuanto a la imagen es Pasarela.
    —¿Qué proyectos tiene de futuro?
    —Seguir trabajando y, como objetivo, hacer lo que hago de la mejor manera posible. Me encantaría formar gente, transmitir lo que he visto y sé, que hubiese más vanguardia y llevarlo a cabo. Me gusta innovar y aquí cuesta. Por fortuna, la mentalidad ha cambiado.