ANA MARÍA ALCALÁ PÉREZ.- "La salida laboral que hoy tiene la enfermería es cero"
ALBA VILLÉN RUEDA
Dicen que si se trabaja en lo que a uno le gusta, no se “trabajará” nunca. Tener una vocación en la vida es una de las cosas por las que merece la pena levantarse cada mañana y luchar. Así se siente Ana María Alcalá, una enfermera comprometida con la Sanidad que hoy sirve de altavoz a tantos profesionales que quieren abrirse un hueco en aquello a lo que dedicarían el resto de su vida con una gran sonrisa. Y si algún día falta la alegría, a esta jiennense le enseñaron que cambiara el apellido del paciente que está en la cama, y en su lugar ponga los suyos propios. Entonces, la cosa cambia.

Dicen que si se trabaja en lo que a uno le gusta, no se “trabajará” nunca. Tener una vocación en la vida es una de las cosas por las que merece la pena levantarse cada mañana y luchar. Así se siente Ana María Alcalá, una enfermera comprometida con la Sanidad que hoy sirve de altavoz a tantos profesionales que quieren abrirse un hueco en aquello a lo que dedicarían el resto de su vida con una gran sonrisa. Y si algún día falta la alegría, a esta jiennense le enseñaron que cambiara el apellido del paciente que está en la cama, y en su lugar ponga los suyos propios. Entonces, la cosa cambia.
—¿Por qué decidió estudiar y dedicarse a la profesión de enfermera?
—Desde pequeña siempre me interesé por el mundo de la enfermería y, en cuanto tuve la oportunidad, cursé la carrera y expertos universitarios. Me preparé todo lo que pude, pero llegué en el momento de no tener trabajo en la pública. Estudié en la Universidad de Jaén.
—¿Cuál ha sido su trayectoria hasta la actualidad?
—Hasta ahora he hecho sustituciones —últimamente en el campo de la Pediatría— y trabajado de forma fija en una privada haciendo enfermería a domicilio y terapias respiratorias.
—¿Cómo evalúa su experiencia y el trato con sus pacientes?
—Hasta ahora ha sido muy positiva. Si la profesión es vocacional, nos vamos a acercar mucho a los pacientes, y hacer que se sientan bien con nosotros. Mediante los cuidados y la atención, se intenta que se recupere antes. Sin embargo, no se puede ser santo de la devoción de todo el mundo.
—¿Cuál es su función en su trabajo?
—Si es en servicio de enfermería, llego a su domicilio, mantengo contacto con ellos y hacemos el servicio de enfermería: inyección y cura. Si hago las terapias respiratorias, se hace un estudio de sueño. Con el estudio polisomnográfico se corrige la apnea del paciente, es decir, cuando el enfermo hace ronquidos con paradas. La forma de corregirlo es mediante un tratamiento de CPAP (Presión Positiva Continua en la Vía Aérea) y la manera de diagnosticarlo es con el estudio polisomnográfico nocturno. Por otro lado, cuando he hecho sustituciones en la pública, principalmente ha sido en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de Pediatría.
—¿A cuál de los campos en los que ha trabajado prefiere dedicarse?
—A la UCI de Pediatría. Aquí se atiende a los niños desde que nacen hasta los 14 años, en cuidados intensivos. En esta área siempre hay cosas que te marcan.
—¿Cómo fue su primer día de enfermera?
—Fue en el centro de salud en Jabalquinto con muchos nervios e incertidumbre, pero tenía mucha gana. Ahora, y poco a poco, la crisis te va quitando la ilusión, pero si es tu vocación, no se llega a perder del todo, aunque esta época te plantee algo de duda.
—Hoy por hoy, ¿cuál cree que es la situación de la profesión de Enfermería?
—La situación es muy mala. Malísima. Esto se debe al recorte tan grande que ha hecho el Gobierno y por la crisis mundial que nos están vendiendo. Creo que esta situación —a nivel de Sanidad—, tiene que empezar a cortar cabezas por arriba, no por donde se ha hecho. Hay que dejar de quitar trabajadores y eliminar algunos cargos. No se puede poner cada día a los profesionales más funciones y más horas de trabajo y desde arriba que siga todo igual.
—¿Hay que tener un determinado perfil para trabajar en sanidad?
—Hay que ser muy humana, saber dónde estás y que las personas que tienes a tu lado no lo están porque quieren, sino porque tienen una necesidad. Estos pacientes merecen, por tanto, un respeto y un trato digno.
—¿Cuáles son los principales problemas con los que trabajan?
—Los principales inconvenientes hoy por hoy son las bajas contrataciones y la precariedad laboral, pues respecto a los pacientes no hay problemas por norma general.
—¿Cree que existe formación suficiente en las escuelas universitarias para que un recién graduado entre a formar parte de un servicio sanitario?
—Lo creo y lo afirmo. Puedo hablar de Jaén, y creo que la preparación que hay aquí es muy cualificada en cuanto a estudios y de práctica. Sin embargo, tener una buena formación no significa poseer experiencia, pues esta se alcanza día a día en tu trabajo y con lo que se quiera aprender. Si eres un alumno responsable, se sale con muchos conocimientos. Si es tu vocación, cada día aprendes. Si quieres ser un parado, lo serás como en todos lados. Mis prácticas fueron en el Neveral. Mi primer contacto con los pacientes fue un choque bastante grande, pero hoy en día lo agradezco. Si ven que tienes ganas de aprender se vuelcan contigo; si quieres ser una esponja y aprender, allí están los profesionales.
—¿Cuál es la salida laboral que hoy tiene esta profesión?
—Hoy, sinceramente, cero. Es la cruda realidad. Enfermería tuvo sus años de auge, pero ahora no tiene salida, y no es porque no se necesiten enfermeros, sino porque no hay dinero para contratarlos, porque aseguro que tanto en hospitales como en centros de salud, hacen mucha falta. Salir fuera de España es la alternativa para desarrollar aquella profesión en la que nos formamos y no sentirse como un parásito tras terminar la carrera. Sin embargo, hay gente a la que, por lazos familiares o hipotecas de viviendas, entre otros, se les hace imposible marcharse.
—¿Cree que son necesarios más enfermeros en los hospitales?
—Hace bastante más falta. Desde fuera se considera que el trabajo se cubre, ¿pero cómo?, porque cuando yo podría estar más relajada con un paciente, tengo que ir más deprisa. Los cuidados se le van a hacer igual, pero te vas a tu casa y no te sientes bien porque no le has podido dedicar el tiempo que ese enfermo necesitaba, y esto puede causar algún conflicto con el paciente.
—¿Cree que se ha visto afectada la profesión por los recortes sanitarios?
—Sanidad se ha visto brutalmente perjudicada, junto a Educación. Teníamos una Sanidad muy buena y creo que recibir tanta inmigración no ha hecho bien al sector. Se ha recortado a los de abajo y los de arriba siguen intactos.
—Si se encontrara con la imposibilidad de desarrollar su trabajo, ¿estaría dispuesta a desempeñar otras tareas?
—Si mis necesidades primarias no las pudiera cubrir algún día con la enfermería. Sin duda me gustaría dedicarme a lo que me he preparado, pero si no pudiera atender mis necesidades, sí, no me da miedo.
—¿Volvería a estudiar enfermería ahora?
—Mil veces si volviera a nacer. Esta sería la piedra en la que tropezaría una y otra vez.
—¿Cree que la labor de los enfermeros está reconocida en la actualidad?
— Creo que no se valora el trabajo como se tiene que hacer. Desde hace algunos años estamos un poco más reconocidos, pero falta mucho aún. Mi madre no me encargó al herrero, soy de carne y hueso y veo cosas que me duelen, e intentas no llevártelas a tu casa, pero si quieres esta profesión, sufres. El paciente que viene no está en un circo, él está mal, y tienes que ser distante para afrontar eso. Tienes que ser fría hacia ti, pero no en el trato con los pacientes.