ANA BELÉN LÓPEZ CARRASCO "Las mujeres tenemos una gran capacidad de trabajo"

Juana Pastor Rama
Ana Belén López Carrasco nació en Jaén un frío mes de diciembre. Su padre es Manuel López Méndez, empresario de la Panadería San Isidro en Las Infantas, y su madre, Luisa Carrasco Cabrera, vigilante nocturna en la Residencia Universitaria Virgen de la Capilla. Su hermano se llama Manuel Jesús. Ana Belén López recuerda sus años de infancia en los que fue muy feliz en el barrio de Santa Isabel, en la calle Cazorla. Cuando tenía solo cuatro años, sus padres cambiaron de domicilio  y se trasladaron a la Avenida de Barcelona, en el barrio de Peñamefécit. Allí nació, unos años más tarde, su hermano pequeño Juan Luis, y allí residió hasta que se casó, hace seis años, con el que hoy es su marido, Juan Carlos Chiachío Montilla.

    20 may 2012 / 10:22 H.

    —¿Qué imágenes te vienen a la mente de aquellos años de tu infancia?
    —Las que le pueden venir a cualquier persona que vivió en un entorno familiar feliz. Juegos con mis hermanos y compañeros de colegio, celebraciones de cumpleaños, con familiares y amigos. Especialmente, la dedicación de mis padres por procurarnos todo lo mejor. Cuando fui mayor valoré su trabajo por el que no regatearon esfuerzo alguno para ofrecernos todo lo que estuvo siempre a su alcance. Como todos los padres, fueron muy generosos y, pasados los años, siguen estando ahí.
    —¿En qué colegio cursó sus estudios?
    —Mi primer año de colegio fue en el “Sagrado Corazón de Jesús” y, a partir del segundo curso de Educación Infantil hasta terminar EGB, estudié en el Colegio Serrano de Haro, de Jaén. De esos años guardo muy buenos recuerdos, tanto de los maestros         —unos grandes profesionales con una enorme vocación por la enseñanza, que siempre nos educaron con una mezcla de cariño y respeto—, como de los compañeros de clase, con los que aún mantengo contacto.
    —Además de ser receptiva a la enseñanza que le impartían sus profesores, ¿cuál era su afición en estos colegios?
    —A los seis años empecé a practicar kárate en los cursos impartidos por los senseis Enrique Aragón y Juan de Dios García y en los que conocí al que ahora es mi marido y padre de mis hijos, Juan Carlos. Desde entonces han pasado más de veinte años durante los que he practicando artes marciales. Los últimos, bajo las enseñanzas del sensei Enrique Aragón, en el gimnasio Tanaka, al que nos une una gran amistad. Además, fui miembro del Equipo Arbitral de la Comunidad Andaluza. Cuando terminé la EGB, cursé los estudios de Formación Profesional en la especialidad de Administrativo en el IFP Las Fuentezuelas. Aún me acuerdo de anécdotas divertidas en compañía de las grandes amistades que hice en ese tiempo, que conservo y espero que por mucho tiempo.
    —¿En qué se especializó en la universidad?
    —Soy diplomada en Relaciones Laborales, lo que me dio la oportunidad de realizar prácticas en el Departamento de Recursos Humanos de la empresa Campocarne Andalucía S. A. Mis estudios superiores los realicé en la Universidad de Jaén, ya que la carrera que quería hacer se cursaba aquí y consideraba innecesario trasladarme a otra ciudad, cambiar mi forma de vida y ocasionar mayores gastos en la economía familiar.
    —Finalizada su carrera, ¿se incorporó pronto a la vida laboral?
    —Acabé la carrera en septiembre del año 2000 y, aproximadamente, al mes encontré trabajo, aunque he de reconocer que no era sobre mis estudios. De todos modos, para mí lo importante era comenzar a trabajar y acepté el puesto de recepcionista.
    —¿Fue difícil encontrar trabajo?
    —La verdad es que no. Tenía claro que tenía que moverme, así que empecé a acudir a entrevistas de trabajo, no solo relacionadas con mis estudios superiores, sino también para tareas de comercial, administrativo y similares. Y en una entrevista para cubrir un puesto de comercial, cuando el entrevistador vio mi currículum, me preguntó si me interesaba un puesto que tenían vacante en las oficinas. Le dije que sí y trabajé quince meses.
    —¿Dónde desarrolló su actividad laboral?
    —Desde que empecé a trabajar siempre he estado en pequeñas empresas dedicadas a la venta y reparación de maquinaria de hostelería y frío industrial y comercial.
    —¿Cuál  fue su responsabilidad?
    —Realizaba todas las funciones relacionadas con la administración de la empresa. En cuanto a clientes, atendía al público, elaboraba presupuestos, vendía repuestos y pequeña maquinaria, facturaba y gestionaba cobros. Respecto a los proveedores,  realizaba pedidos, llevaba la recepción y el control de mercancía, la supervisión de facturas y la gestión de pagos. Con las entidades bancarias, realizaba transferencias, gestionaba domiciliaciones y controlaba líneas de descuento de efectos y pólizas de crédito. Respecto a las tareas administrativas, informatizaba documentos, archivos, liquidaba comisiones a vendedores, actualizaba tarifas del Servicio Técnico y revisaba nóminas, contratos y gestión contable.
    —¿Cuántas personas formaban el equipo?
    —Depende de la época del año. Entre abril y octubre aumentaba el personal del departamento técnico, porque habían más avisos de instalación y de reparaciones.  El resto de meses, al tener menos demanda, el personal se reducía al mínimo.
    —¿Por qué dejó la empresa?
    —Cuando fui a reincorporarme a mi puesto de trabajo tras el nacimiento de mi primer hijo me comunicaron que, debido a la crisis económica existente, era imposible mi reincorporación. Así que, después de seis años en la empresa, me quedé sin trabajo.
    —¿Echa de menos el trabajo fuera de casa?
    —Pues sí. Aunque con dos niños pequeños no tengo mucho tiempo para aburrirme, la verdad es que al estar acostumbrada a estar siempre trabajando fuera de casa se echa en falta el desconectar de los temas domésticos. Todo tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Y lo positivo, hoy por hoy para mí, es disfrutar de mis niños dedicándoles todo mi tiempo, atender a mi marido y mi labor de ama de casa. Todo es importante, sobre todo si este trabajo es reconocido por la persona que quieres, y en esto soy una persona afortunada.
    —Después de algunos años en el dique seco, ¿aceptaría una oferta de trabajo relacionada con su especialidad?
    —¡Por supuesto! Cualquier puesto de trabajo relacionado con los departamentos de Administración o Recursos Humanos me interesa. Es para lo que me preparé en mis años de estudio y es lo que más desearía en este momento. Las mujeres tenemos una capacidad de trabajo importante con la que podemos compaginar tareas. La realidad así lo demuestra.
    —En el caso de que tuviera esa oportunidad, ¿cómo alternaría la función de ama de casa con otra actividad?
    —Como he comentado anteriormente, la realidad de la vida nos demuestra que podemos, sin menoscabar otras funciones. Todo es cuestión de organizarse. Cuento con la ayuda de mi marido, que colabora bastante en las tareas de casa y el cuidado de los peques. Además, a partir de ahora, buscaré trabajos que tengan jornada continua o de media jornada, para seguir disfrutando de mi familia, atender un trabajo y tener tiempo para todo.
    —¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
    —Cuando el peque empiece, en septiembre, el cole, retomaré la búsqueda de trabajo, tanto de mi especialidad, como de Formador Ocupacional, cuyo título obtuve hace un par de años. Hay que ampliar conocimientos y preparación para abordar otros campos y tener más posibilidades, aun contando con la dificultad del momento.