AMPARO PINA PEÑA. "La alimentación y la salud se reflejan en el cabello"

JUANA PASTOR RAMA
Amparo Pina Peña nació en Moncada, un pueblo de Valencia. Desde muy pequeña vino a Jaén y, aunque sigue recordando sus raíces, se siente también jiennense. De todos modos, siempre que puede marcha a tierras valencianas para ver a su familia. Amparo recuerda una etapa muy feliz —la de su infancia— rodeada del cariño de lo suyos y con muchos mimos, pues era la única niña y la más pequeña de los hermanos. De ellos recibió lo más importante para todo ser humano: “mucho amor” y una total entrega hasta conseguir hacerla una mujer. Destaca su infancia como una etapa completa de felicidad y cariño.

    24 jun 2012 / 09:59 H.

    —¿Destaca algún recuerdo más de esos primeros años en la ciudad de Jaén?
    —Desde muy pronto, mis padres quisieron que recibiera una educación cristiana y me matricularon en el Colegio de Cristo Rey, donde tuve unas profesoras extraordinarias y unas compañeras geniales. Con muchas aún tengo contacto y recordamos muchos momentos de esa etapa de nuestra infancia. Más tarde, pasé al Instituto Santa Catalina de Alejandría para hacer BUP. Fue cuando la cosa se complicó un poco, aunque salí adelante.
    —Al dejar los estudios, ¿cómo decidió elegir como profesión La Peluquería?
    —Cuando terminé el instituto, como me costó mucho —los libros no eran lo mío—, se me quitaron las ganas de estudiar. Y como desde muy pequeña me gustaba hacer peinados a las muñecas y a mi madre, decidí probar con la peluquería. Y me gustó. Mi padre me apoyó, por lo que me apunté a una academia que, en aquellos años, era una de las mejores: “Academia Modesto”.
    —¿Ahí se formó como peluquera?
    —Así es, ahí estuve año y medio. También hice unos cursos de técnicas corporales y de depilación, aunque de esto último menos. Luego nos mandaban a algunas peluquerías para adquirir más soltura, aunque no en todas nos dejaban avanzar. Mi padre me montó mi propio negocio al ver que ya estaba preparada  profesionalmente. Alquilé un local en la calle San Carlos, frente a la iglesia de Cristo Rey, donde trabajo y, desde entonces, ahí sigo.
    —¿Cuánto tiempo lleva como profesional?
    —Casi media vida. Llevo 20 años. Muchas señoras me han visto de novia y embarazada. Tengo dos niños a los que han dado biberones, mientras las peinaba. Son muchos años; mucho afecto dado y mucho más recibido. Recuerdo esos primeros años de profesión con la complicidad y la ayuda de mi marido Rafa Medina, dedicado a la atención y el cuidado de nuestros hijos, Pedro y Ana Pilar, especialmente, cuando no podía estar.
    —¿Preocupa la salud del cabello a la ciudadanía en general?
    —Creo que en general sí, ya que las señoras y jóvenes no llevan nada bien la caída del cabello y sí suelen poner remedios. Luego, hay otros que, si no es por prescripción facultativa, no se ponen nada. Para todo lo relacionado con el cabello estamos más al día los profesionales de la peluquería.
    —¿Protegemos e hidratamos nuestro pelo en la medida que lo necesita?
    —Antiguamente no tanto. Quizá por falta de tiempo, pereza o por tener que esperar un ratito para que hiciera efecto la crema o la mascarilla esto era un poco pesado; pero ahora, gracias a los productos que hay en el mercado, ya no es necesario tener que enjuagar. Y se nota bastante, siempre que lo aconsejen los profesionales en los que confiamos.
    —¿Es importante fortalecer el cabello con tratamientos específicos?
    —Ante todo, la persona tiene que estar fuerte y bien alimentada para que ello se refleje en el cabello. No porque el cabello sea fino ha de ser débil. Es suficiente con unos buenos tratamientos de champú reestructurante, su mascarilla y sus ampollas o loción fortalecedora, según el tipo de cabello y de cuero cabelludo. En tricología hay una amplia gama de tratamientos en función de cada persona, y la mayoría son bastante efectivos.
    —¿Cómo es un correcto lavado de cabeza?
    —Lo primero sería tener en nuestro lavacabezas un buen champú y no tener prisa, puesto que un buen lavado influye en un buen peinado. Lavar bien consiste en limpiar, tanto el cuero cabelludo, el cabello e intentar relajar a la clienta, porque, por la situación que vivimos de tanto estrés, en el lavacabezas se dejan casi el 50% y si luego, con buen trato y buen peinado, conseguimos que descarguen el otro 50% has cumplido con tu objetivo.
    —¿Existen recetas caseras para mantener en perfectas condiciones el cuero cabelludo?
    —Sí. Están las recetas de nuestras abuelas, que muchas de ellas iban a las peluquerías solo para cortarse y otras ni eso. Pero sí hay algunos remedios; por ejemplo, cuando una persona tiene mucha grasa en el cabello le aconsejan lavarse con jabón casero y enjuagarse con agua y vinagre. Y para cabellos con caspa, la tila con romero en enjuague es muy bueno; aunque los productos específicos de peluquería dan mejores resultados a corto plazo.
    —¿Qué tratamiento emplearíamos para devolver el brillo y la sedosidad a cabellos secos y dañados?
    —El agua demasiado caliente hay que suavizarla, puesto que quita el brillo, y el cabello seco, por sí solo, ya es mate, luego hay que usar champú nutritivo. Es aconsejable cambiar de mascarilla cada cierto tiempo para que no se acostumbre el cuero cabelludo, lavándolo cada vez que sea necesario, pero no todos los días. Usar un buen acondicionador, proteger el cabello del sol, del frío y, sobre todo, del viento y evitar el calor en exceso.
    —¿Hay tratamientos naturales para puntas abiertas en pelo seco?
    —Sí, porque de la naturaleza obtenemos todos los ingredientes que necesitamos para producir los medicamentos, productos de cosmética y peluquería. Hay uno que da muy buen resultado, que es mezclar aceite de almendras con un poco de miel y un poco de huevo batido. Se aconseja repetir dos o tres veces a la semana y de verdad que se nota.
    —¿Cómo evitar la caída del cabello?
    —Hay que alimentarse bien y sano, tenemos que dormir y descansar bien, hacer deporte para facilitar el riego sanguíneo y, sobre todo, usar buenos productos. Casi siempre, a los dos o tres meses de una operación con anestesia general, es muy normal tener una caída un poco elevada del cabello, aunque no hay que alarmarse porque termina corrigiéndose.
    —¿Son imprescindibles unos cuidados especiales durante el tiempo estival?
    —En verano, el sol, el cloro y la sal del agua son los principales enemigos para nuestro cabello; por eso, durante todo el año, tenemos que prepararlo para que sufra lo menos posible. Antes de exponerlo al sol o al cloro debemos ponernos una buena capa de mascarilla o de protector solar e intentar, con un sombrero o gorra, cubrir la cabeza para que el sol le dé lo menos posible. La mascarilla o el protector impedirán que se deshidrate el cabello. Y si es en la piscina, el cloro y el antialgas también queman y dañan, provocando que el cabello se parta o quiebre y se dañen las puntas.
    —¿Sufre mucho el cabello con el tinte?
    —Si le preguntamos a los dermatólogos, muchos opinan que sí; pero eso es como todo, hay personas que tienen la dermis sensible y sí les puede provocar alguna reacción. Para estas personas los laboratorios de peluquería elaboran tintes sin amoniaco, que es muy raro que dañen el cuero cabelludo y, además, le aportan brillo y suavidad. En los tintes normales lo que sí se nota es que las personas que tienen seborrea o grasa suele resecar un poco. Nosotros tenemos la obligación de observar las reacciones que pudieran ocurrir. Hay un consejo que nos dieron en la academia, y es que cuando entre una persona por primera vez a nuestro salón, debemos hacerle la prueba de alergia para evitar malos ratos.