Amor, esa extraña hiperdescrita maravilla

Crónicas desde San Sebastián. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia y tuviera una fe capaz de mover montañas, si no tengo amor, no soy nada”. Sin incurrir en misticismos ni propiciar debates religiosos que estarían fuera de lugar, esta frase extraída de la primera Carta de San Pablo a los Corintios resume la esencia de casi todos los conflictos humanos y el sentido, o el sinsentido, de la existencia. El amor, esa locomotora que nos empuja y también nos arrolla, es el leit-motiv de la vida, la tinta que hace escribir una pluma, la idea que puede alimentar dos horas de metraje, o cientos, como ya se han rodado desde que surgiera esta industria de sueños.

25 sep 2014 / 10:09 H.

Tan desconocido y, sin embargo, ¡tan viejo! Es el núcleo de La desaparición de Eleanor Rigby (Ned Benson) y de Love is Strange (Ira Sachs), dos cintas estadounidenses que han llegado a esta 62 edición del festival de cine de San Sebastián como “Perlas”, fuera de la sección oficial. Ademas de su nacionalidad,  las dos películas tienen en común la apuesta por equipos artísticos con rostros conocidos de cara a la promoción en el mercado de la exhibición,  pero, mientras que la primera se desborda de patetismo y se regocija en él hasta estancarse, la segunda, con un guion más elaborado, peca de tediosa. La desaparición de Eleanor Rigby cuenta la historia de una pareja perfecta que, de repente, se ve separada por la tragedia. La desgracia convierte a los personajes que interpretan Jessica Chastain y James Mcavoy en extraños. Y, ella, incapaz de soportarlo, escoge la opción de la huida. En ese momento, comienzan dos búsquedas: la de él para recuperarla y la de ella por encontrarse. Pero la idea que no suena, y tampoco se lee, mal, se diluye en el desarrollo de un guion inconsistente y de personajes que, en vez de madurar, viven una regresión a la adolescencia. Tampoco beneficia a la cinta la falta de feeling entre los protagonistas, una chastain a la que es imposible imaginar con veintipocos años, en una etapa grupie y locamente enamorada de un mcavoy al que le falta estructura corporal para soportar el peso de una actriz como la de “El árbol de la vida”. La desaparición de Eleanor Rigby es un desacierto de principio a fin y otro intento desafortunado más de arrojar luz sobre el discurso amoroso. Mejor parada sale Love is strange. Escrita y dirigida por un gay declarado como Ira Aachs, lo más fecundo de su argumento es la normalidad con la que se acerca a la relación homosexual de una pareja que lleva 37 años junta cuando decide casarse. Podría ser todo idílico, pero, precisamente, ahí comienza el conflicto, con una sociedad americana avanzada en la norma e hipócrita en el día a día. Quizá adolece de un exceso de Chopin. Lo trilla musicalmente, y le falta pasión a los personajes, que pierden los estribos. Demasiado aburguesamiento. Pero le bastan un plano y un par de frases para resumir los entresijos del amor y la eterna necesidad del ser amado que comporta.