Amantes de surcar el cielo con los pies en el suelo
Pepi Galera
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha querido volar. Al observar a las aves desde tierra, el humano anhela poder surcar el aire sin peligro alguno como lo hacen estas criaturas. Así, siempre le ha dado vueltas a la cabeza para encontrar la forma en la que puede acariciar este sueño que es planear por el cielo.

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha querido volar. Al observar a las aves desde tierra, el humano anhela poder surcar el aire sin peligro alguno como lo hacen estas criaturas. Así, siempre le ha dado vueltas a la cabeza para encontrar la forma en la que puede acariciar este sueño que es planear por el cielo.
Los hay quienes lo consiguen con el parapente, otros vuelan en globo y también están los amantes de los aviones. Y, dentro de ellos, aquellos que desafían a la física, con mínimos conocimientos de aeronáutica, para que sus maquetas a escala sean capaces de surcar el cielo como si de un ave se tratase. Y, ellos, con sus pies clavados en el suelo y sus manos sobre dos mandos.
“La práctica del aeromodelismo reúne en sí misma un conjunto de cualidades que la hacen única en su especie: conocimientos elementales de electrónica, aeronáutica, aerodinámica, motores, conocimientos en el trabajo de la madera, plásticos, metales, interpretación de planos y, si por si todo esto fuera poco, además te permite disfrutar de tu hobby en la naturaleza en compañía de amigos”, defienden desde el Club “Alas de Jaén”, uno de los cuatro de la provincia que reúnen a aficionados al aeromodelismo. Entre todos, congregan en torno a unos ciento cincuenta socios. Desde el más antiguo, el de Linares, con cerca de treinta años de historia, hasta el más joven, el de Mengíbar, con cuatro meses. Y es que en Linares, la tradición viene de lejos. De hecho, en 1949, se creó una Escuela de Aeromodelismo, cuando solo había 15 en toda España.
“El aeromodelismo consiste en el vuelo de pequeños aviones reducidos a escala imitando el vuelo de los aviones reales. Un equipo de radiocontrol da un control de todos los aspectos de un avión. Con los sistemas sofisticados de hoy en día, es posible hacer volar un avión en cualquier dirección, variando su velocidad y altura, tomando parte en competiciones y realizando acrobacias. Pero, como todo, hay que aprender y practicar mucho para hacerlo bien”, explican.
La variedad de aviones y helicópteros es impresionante. Desde los veleros, que son prototipos sin motor, a aquellos que funcionan con un sistema eléctrico o a través de combustibles como la gasolina, el glow y el queroseno. Después, están las maquetas de modelos reales, aquellas diseñadas para vuelos acrobáticos o los helicópteros, pequeñas “joyas” para los pilotos más osados. Conocer este mundo a fondo no es nada fácil. Pero, eso sí, cuanto más se conoce, más atrae, según sus aficionados. Para volar estas maquetas, es necesaria una pista que debe reunir condiciones especiales por seguridad. “No puede estar cerca de núcleos de población, ni de carreteras, ni de tendidos eléctricos, entre otros requisitos”, explica el presidente de Alas de Jaén, José Antonio Martínez. Estos aficionados se suelen reunir los fines de semana en las pistas del club donde dan rienda suelta a su pasión por volar y, también, disfrutan de la compañía de otras personas con las que tienen en común este gusanillo. Así, no es extraño que se les pase el tiempo “volando”. Después, casi todos organizan exhibiciones anuales, tienen miembros que compiten en las diferentes modalidades y crean “escuela”, una de las actividades más importantes para ellos. Iniciar a nuevos aeromodelistas es todo un reto y una ilusión para ellos.
La única desventaja es la elevada inversión que hacen en aviones. Los modelos más simples, con los que empiezan, se pueden conseguir por unos 350 o 400 euros. Después, el presupuesto de cada uno será el que dicte los gastos y las nuevas adquisiciones, ya que por existir hay réplicas que pueden salir por más de 2.500 euros. Y es que la tecnología en aeromodelismo no deja de avanzar como en otros campos. Existen, por ejemplo, radiocontroles computarizados a los que se les puede programar un movimiento determinado, o una acrobacia determinada y apretando una tecla el radiocontrol ejecuta el movimiento sin margen de error.