Álvaro Montero, el goleador que perdió el instinto en la fase decisiva
Sorprendió a todos con un arranque espectacular. En muchos momentos demostró que la Segunda B se le quedaba pequeña a sus condiciones como delantero.

Era un espectáculo comprobar cómo un atacante de envergadura era capaz de hacer virguerías con el balón. Su buen trabajo quedó rubricado con los nueve goles que marcó en la primera vuelta, donde se codeó con los mejores artilleros del grupo. No fue extraño que en el mercado de invierno empezaran los cantos de sirena y se aireara el interés de algunos clubes de Segunda. El rendimiento de Álvaro Montero fue extraordinariamente bueno. Empezaron los problemas físicos, arrancó la segunda vuelta y todo cambió. La participación del delantero fue intermitente y su instinto goleador se diluyó con el paso de las jornadas y con las dudas del grupo. El rendimiento del “nueve” sufrió una caída considerable hasta el punto de que perdió la condición de intocable en el equipo titular. Un solo gol en esta segunda fase y 553 minutos disputados revelan la pérdida de protagonismo de un futbolista llamado a ser clave en la temporada. En los últimos encuentros, incluso, Berges ha preferido jugar con Fede como referencia y dejar a Montero en el banquillo. El que fue un goleador consumado es ahora un suplente de lujo. El episodio vivido con Paco Sutil en el partido con el Sevilla Atlético, en el que cogió el balón para lanzar un penalti, deja constancia de la ansiedad que tenía por marcar. Anotó después, pero ese solitario gol no lo equipara al gran Montero de la primera vuelta. El instinto lo ha perdido.