Algunos apuntes
Desde Jaén. En la apertura de la escuela de verano de FAES la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, ha afirmado “que se necesita un proyecto reformista para llegar a la sociedad”. Sorprende dicha afirmación viniendo de una acreditada política.
Es extraño que a estas alturas no se haya dado cuenta que la clase política necesita una profunda regeneración comenzando, por ejemplo, por ella misma. Cospedal debe de entender que ser presidenta de una comunidad autónoma y a la vez ocupar el puesto número dos del PP, son dos responsabilidades difíciles de compaginar, casi incompatibles. Esta señora acapara un espacio demasiado amplio para poder desarrollar de forma eficiente su labor. Las lagunas que deja a su paso son innumerables con los problemas que ello crea. Otra de las afirmaciones de Cospedal nos deja desconcertados: “Los gestores tenemos que ofrecer una nación cargada de futuro y porvenir”. Esta señora demuestra que atiende demasiadas parcelas y que algunas de ellas las deja desatendidas. El futuro lo labra la sociedad y los políticos deben gestionar lo que la propia sociedad solicita. Deben dar una respuesta a las necesidades de la ciudadanía que siempre va por delante de la clase política y de las instituciones que ocupan. Los políticos son uno de los pilares de nuestra democracia que se sustenta en la base que formamos los ciudadanos. Los políticos son los servidores de los ciudadanos que eligen a los que consideran capacitados para ejercer cargos públicos. En este caso de la secretaria del PP su recorrido en la política, debería ir tocando a su fin. Si como ella dice debería haber una regeneración le animo a que se ponga manos a la obra. Vaya anunciando que los políticos que ocupen cargos públicos no lo hagan más allá de dos legislaturas. Que todas aquellas personas de su formación que ocupen más de un cargo público renuncien a uno de ellos. De esta manera creeremos en su anunciada regeneración política y seguro que así iría devolviendo a la clase política el prestigio que ella misma ha dilapidado.
Fernando Cuesta Garrido