Algunas precisiones

Juan C. Cobo Sánchez desde Jaén. En respuesta a la carta 'Frente a la crisis, la escuela concertada', desearía hacer algunas precisiones. Empecemos con la pregunta con que cierra la carta, ¿por qué las familias no quieren los colegios públicos? De entrada se basa en una premisa falsa, ¿quién dice que las familias no quieren los centros públicos?

    18 abr 2013 / 10:59 H.

    Hay un alto porcentaje de familias que opta por estos centros. La pregunta correcta es ¿por qué un determinado porcentaje de la población opta por centros privados? Yo opino (sí, me limito a opinar y no a hacer afirmaciones rotundas, muchas de ellas sin contrastar, como hace el firmante de la carta) que estas familias pretenden así que sus hijos tengan unos compañeros seleccionados, sin trato con inmigrantes y niños de las capas más desfavorecidas de la sociedad. Es, sobre todo, el deseo de que sus hijos vayan a una escuela ¿cómoda? y sin diversidad sociocultural lo que alienta a esos padres. Un informe del profesor de Sociología de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, publicado en 2010 y titulado “Igualdad y doble red escolar: privada y pública” dice que en “un estudio estatal se indican las medias de rendimiento en colegios públicos y privados para las edades de 14 y 16 años. A los catorce años la media del total de materias en la escuela pública (221,2 puntos) es inferior a la de la privada (235,2 puntos). Son 14 puntos de diferencia, en torno a un 6%, dato poco significativo. No obstante, a los 16 años el rendimiento es similar. Dos consideraciones se señalan. La primera es que ese rendimiento ligeramente menor de la escuela pública no está asociado a una menor calidad académica o relacional, ya que si tenemos en cuenta el factor socioeconómico y familiar en desventaja, esa desigualdad de resultados académicos se neutraliza en el plano individual. Ello significa que los “esfuerzos” de los alumnos y el profesorado de la escuela pública son superiores: han superado las dificultades iniciales y continuadas, asociadas a las desventajas de sus alumnos derivados del inferior estatus socioeconómico y cultural de sus familias. Así, a los 16 años han llegado a unos resultados similares y han eliminado el déficit inicial. Se sitúan en el mismo nivel que el alumnado de la escuela privada que partía de unas condiciones socioeconómicas, familiares y culturales más favorables. En definitiva, en términos comparativos, con unos resultados de rendimiento similares, la media del esfuerzo y “mérito” académicos de los alumnos de la escuela pública son superiores a los alumnos de la escuela privada, de composición social más acomodada y selectiva y de condiciones y entornos culturales más ventajosos. No hay investigaciones rigurosas que indiquen que la actividad docente y el esfuerzo y el mérito realizados por los alumnos en la escuela pública sean menores, ni que los rendimientos en la escuela privada sean mejores. Al contrario, con un entorno socioeconómico y cultural más desfavorable y, en los últimos años, una gran presión por los sobreesfuerzos adaptativos y de apoyo por la acogida de niños inmigrantes, la escuela pública ha conseguido mantener unos rendimientos similares. La incertidumbre (y la profecía auto-cumplida) es que estamos en una coyuntura en la que si no se actúa pronto y profundamente, se puede reforzar la segmentación escolar, y las desigualdades externas pueden ampliar su influencia en las trayectorias educativas y relacionales del alumnado. Las diferencias de rendimiento de los centros se establecerían por la selección previa del alumnado con mayores ventajas de su entorno familiar. Las capas más beneficiadas social y económicamente tienden a reproducir su universo relacional y sus privilegios en centros homogéneos de estatus superior (sin embargo) La escuela debe reflejar en su composición, precisamente, una ‘diversidad’ similar a la de la sociedad, en términos de estatus social, origen nacional y sexo. Es un elemento de aprendizaje y preparación de la integración social y la convivencia en esa misma sociedad. Una buena experiencia integradora, igualitaria, de convivencia intercultural y de respecto a la diversidad puede constituir una ‘capacidad relacional’ clave y positiva en la educación. Entronca con los objetivos universales de igualdad de oportunidades de la escuela.” Por falta de espacio no entro en otras osadas y a menudo gratuitas afirmaciones que se hacen en la carta. ¿De dónde saca este señor que la enseñanza pública no garantiza la calidad y que la profesionalidad del profesorado está garantizada en la concertada, dando a entender que no lo está en la pública? El profesorado de la enseñanza pública obtuvo su puesto superando un concurso oposición según los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad. ¿Se puede decir lo mismo del profesorado de la enseñanza privada? No pretendo pontificar acerca de los demás como sí hace este señor. Dejémoslo pues en que en las dos redes educativas la inmensa mayoría del profesorado cumple con profesionalidad sobrada su labor, aunque siempre puede haber una lamentable excepción. Muy discutible también la afirmación de que la enseñanza privada es superior en educación en valores, a no ser que se refiera a los valores de una determinada opción religiosa. La escuela pública educa en la igualdad y la no discriminación y en el respeto a la opción de cada persona y familia. Hablemos finalmente del coste de la enseñanza. Mis datos al respecto no coinciden con los expuestos en la carta, pero me interesa más hablar de la obsesión por abaratar los servicios públicos. El capitalismo neoliberal después de arruinar a los gobiernos y a las naciones pretende hacer negocio privatizando la sanidad, la educación y tantos otros servicios del estado, con el argumento muchas veces falso de que así se abaratan. Las empresas privadas de reparto de correspondencia, por ejemplo, son más baratas que Correos en las grandes ciudades. Pero ¿cobrarían lo mismo por llevar una carta a una aldea? Igualmente, en la enseñanza, la ratio alumno/profesor es inferior en la pública porque tiene que atender a pequeñas localidades con poco alumnado (¿o los abandonamos como hace Cospedal cerrando ambulatorios?). Los servicios públicos garantizan los mismos derechos a toda la población sin importar sus condiciones geográficas o de otro tipo. Los servicios públicos son, en fin, el sostén de una nación. No me hablen de la patria si no hay una solidaridad garantizada mediante unos servicios públicos eficaces para todos. Y eso sólo lo garantiza la enseñanza pública. La privada pretende hacer negocio económico e ideológico con el alumnado.