Algo más que una fiesta guapa
Hablar de una criatura con 30 años es hablar de algo grande, porque ya tiene hechura, está forjada en batallas, aderezada a lo grande de encuentros y desencuentros, también guiños de complicidades y alegría, mucha alegría, porque una fiesta es una fiesta y Jaén está necesitada de tantas cosas, que un lugar de reunión para aplaudir y abrazar, besar y reconocer las cosas buenas de esta tierra no tiene parangón. Hablamos, pues, de algo más que una fiesta. La fiesta de los Jiennenses del Año es algo grande para Jaén porque congrega a cientos de personas para una cosa muy sencilla y elocuente, aplaudir a quienes se lo merecen, ensalzar a aquellas entidades, personas, empresas y colectivos que buscando el bien propio hacen del bien común jaenera bandera. Jaén es tierra agradecida, suya en el lamento, pero muy orgullosa de lo suyo, también.
Así de rápido pasaron los años y las lunas, que ya estamos en un Aniversario que se suma por décadas, tres exactamente, desde que una nueva generación de periodistas desembarcó en Jaén y sin ser los ‘paracaidistas’ que anunciaba el entonces alcalde democrático en su saluda de Feria, auparon a la categoría de celestial soneto un cántico a los valores de esta tierra. Nacían en 1984 los Jiennenses del Año, que por santo y seña ya tiene esta ciudad y esta provincia. Algo bueno, superlativo, aunque no sean recomendables los piropos en la propia mejilla, atemperados, eso sí, con una realidad más que palpable, estos premios, además del propio jurado representativo de la sociedad civil que los elige, son de Jaén, no tienen dueño, su dueño es el esfuerzo continuado y el trabajo abnegado de quienes desde el anonimato construyen su vida y rescatarlos públicamente es obligación de todos. De ahí que los galardones que cada año promueve Diario JAÉN y otorga la propia gente de Jaén sean algo más que una fiesta guapa, que también. Son vitamina pura, autoestima. No todo está perdido, todo lo bueno llega, si lo soñamos primero con verdadero ahínco.