Alfonso Aroca: 'El flamenco es fusión y es un error pensar que nació puro'
Es un perfeccionista y como pianista domina muchos registros. Este mengibareño quedó el año pasado semifinalista del concurso de Cante de las Minas con unas alegrías propias y este repetirá dispuesto a ganar.
—¿Cree que la fusión es el futuro de músicas como el flamenco o el jazz?
—Desde que nació el flamenco, la fusión ha sido su futuro. En origen es una fusión. Es un error pensar que el flamenco nació puro. Hay que estudiar y saber las raíces para poder hablar con propiedad. Hay mezcla de folclore andaluz y español, que ya eran grandes cuando el flamenco empezó a existir, de la música mora y árabe, incluso de música sudamericana, pues muchos palos del flamenco, de ida y vuelta, vienen de allí. También tiene reminiscencias judías. Es evidente que el flamenco es una mezcla de todas esas influencias.
—¿Qué cree que dirán los puristas de todo esto?
—El flamenco nunca pudo existir puro. Pero que sea una mezcla no es nada malo, sino que forma parte de su naturaleza.
—¿Cree que la personalidad de cada palo se la aportan los intérpretes?
—Esa es la clave. No hay palos más puros ni menos puros, lo que hay son intérpretes.
—¿Con cuántos grupos toca en la actualidad?
—Tengo un trío de flamenco que se llama Atrio; también soy el pianista de Juan Valderrama; toco con el cordobés Mario Díaz; con la cordobesa Lya, que ha sacado dos discos y la ha apadrinado Alejandro Sanz, y con la trompetista Nuria Leyva. También tengo otro trío que se llama Glafwing y la cantante canta muy bien canciones de jazz, pop rock, soul y swing de toda la vida, le damos un aire de swing.
—¿En qué está metido ahora?
—Lo próximo que tengo es en la semana que viene con José Manuel Hierro que es guitarrista de Vicente Amigo. Vamos a tocar una obra del compositor cubano Leo Brouwer, que fue director de la Orquesta de Córdoba, se llama Aleluya por Córdoba, en la inauguración del Festival de la Guitarra de Córdoba, en el teatro Góngora, con una orquesta de guitarras y coro. Esto es lo más inmediato. A partir de ahí tengo unos conciertos sueltos con Mario Díaz en Málaga, San Sebastián y otras ciudades.
—¿De dónde saca el tiempo físico para atender a todos esos compromisos?
—Como es difícil vivir de la música, hay que picotear. Es un esfuerzo muy grande al que hay que sumar las horas de ensayos, además de la carrera de Flamencología que he empezado este año y acabo de terminar Primero en el Conservatorio de Córdoba. No es que haga muchas cosas con cada uno, sino pequeñas que son compaginables. El verano es una época buena para los recitales y estaré con Juan Valderrama y Mario Díaz.
—¿Tiene algún otro proyecto inmediato?
—Sí, la Noche Blanca de Córdoba, que es el 18, el sábado que viene, en un escenario que ponen en una terraza de verano en el Balcón del Guadalquivir. Tocaré solo, piano flamenco, y luego con mi trío Atrio. Después iré a tocar (y no lo comenté antes) con los Cheroqui, un grupo emblemático de Córdoba que ha hecho fusión flamenca, y con la Barbería del Sur. Actuaré con los dos esa misma Noche Blanca.
—Usted, no sólo domina el piano, sino también la guitarra flamenca.
—Me gusta toquetearla, pero lo hago en plan aficionado, pero no quiero tocarla en público. Prefiero hacer las cosas bien.
—¿Cuántas horas dedica al día a los ensayos?
—Muchas. Pero depende de cada proyecto. Los hay que al principio te pegas una paliza de ensayos y cuando los montas bien apenas hay que ensayar, sólo algunos repasos del repertorio. También hay muchos proyectos que surgen de la noche a la mañana.
Ignacio Frías /Jaén