Alegrémonos pues
Con el conocido 'Gaudeamus igitur' (alegrémonos pues) comienza el himno que entonan con entusiasmo juvenil los afortunados universitarios, es un canto esperanzado, alegre y desenfadado que se corresponde con cualquier espíritu ilusionado, con la vitalidad de la sangre fresca. En consecuencia seria de lamentar que el número de cantores disminuyera o que imperara el desánimo entre los que queden, hasta llegar a la afonía o al murmullo desganado y entristecido por exigencias del guión, un guión que no obedece a razones puramente académicas o de calidades de enseñanza, sino a cuestiones de dudosa productividad y sospechoso elitismo.
Es más, se de buena tinta que se está planteando un “ere” en las tunas universitarias porque no hay dineros para bandurrias y panderetas. Pero no caigamos en el improductivo pesimismo, porque parece ser que la recesión se ha tomado un receso, según señalan los indicadores que nos indican que las indicaciones indicadas han producido un índice positivo sobre lo indicado. No seamos malajes cuando algún que otro banquero no está indicando que el dinero está entrando a espuertas en esta España camisa blanca de su esperanza. Alejemos las tristezas y las desconfianzas pues todos sabemos, hasta el más obtuso, que el dinero se crea pero no se destruye, solo cambia de bolsillo, saca, pirata o paraíso, y que tarde o temprano volverá para que podamos vivir por encima de nuestras posibilidades y algunos sigan robando alegremente por encima de las suyas. Hay que seguir confiando en los grandes gestores financieros, en la generosa aportación de la banca a los intereses generales, en la caridad de los mercados. No seamos desagradecidos cuando al fin y al cabo son los auténticos generadores de riqueza, los iluminados que velan por el equilibrio mundial, los doctos y sabidos en cambalaches para que esto siga funcionando como su dios manda.
Funcionario
Juan del Carmen Expósito