Alega que fue "coaccionado" para inculpar a un "pikiki"

A Emilio Eduardo R. M. lo cogieron con las manos en la masa el pasado 9 de septiembre. La Policía lo capturó cuando llevaba 64 gramos de heroína y 50 gramos de cocaína en una pequeña caja fuerte, nada más salir de una vivienda de la calle Betania. En el Juzgado, y todavía con las esposas puestas, confesó que la droga era de Sebastián M. M., un miembro del clan de los "Pikikis", que se la había dado para que la transportara y la vendiera al "menudeo". Ambos fueron juzgados ayer en la Audiencia por un delito contra la salud pública por el que la Fiscalía pide cinco años de cárcel para cada uno.

15 jul 2014 / 22:00 H.

 

 No obstante, desde el banquillo, el "correo" cambió la declaración prestada hace diez meses. "No era consciente de que lo decía, porque había consumido mucho. Estaba bajo los efectos de las droga y me sentí manipulado y coaccionado por la Comisaría", explicó Emilio Eduardo R. M. Es más, el acusado llegó a decir: "No conozco de nada al señor Sebastián. Jamás lo había visto". Sobre la droga, que llevaba encima, aclaró que se la dieron a cambio de una dosis, pero que no sabe quién lo hizo.

Sebastián M. M. se presentó en la sala de vistas como alguien que no sabe por qué está acusado: "Yo vivo en Écija desde hace nueve años y solo voy a Úbeda a visitar a unos familiares. No sé ni quién es ese hombre", resaltó, al tiempo que negó tener cualquier antecedente previo relacionado con el tráfico de drogas.

No obstante, uno de los policías que participó en la operación dejó en entredicho a este miembro del clan de los "Pikikis". "Sabíamos por confidentes que en la vivienda de la calle Betania se trapicheaba y que, al frente del punto de venta de droga estaba un tal Sebastián. Montamos un operativo para ver sí cogíamos a algún consumidor que comprara allí la dosis y fue cuando vimos salir a Emilio Eduardo con un paquete sospechoso. Después, resultó que llevaba heroína y cocaína", explicó el agente. Cuando el presidente del tribunal le preguntó sí conocía a Sebastián M. M. de verlo por Úbeda, el policía no dudó ni un solo instante: "Claro que sí. Nos lo cruzamos en la calle cada dos por tres", añadió para, a continuación, especificar que jamás lo ha visto traficar con sustancias estupefacientes: "Todo lo que acabo de contar lo sé por informaciones que nos dan los confidentes", zanjó.

Con estos mimbres, la Fiscalía decidió mantener los cargos contra los dos acusados, a los que imputa sendos delitos contra la salud pública. Para ellos reclamó una condena de cinco años de cárcel más el pago de una multa de 9.500 euros para cada uno.

La defensa del "mulero", es decir, de la persona que llevaba la droga, defendió la libre absolución, al entender que la mercancía que le fue decomisada era para su propio consumo. En caso de no prosperar esta tesis, reclamó que se le tuviera en cuenta su adicción a los estupefacientes -aseguró que está enganchado desde el año 1988-. El abogado del otro procesado, de Sebastián M. M., dijo que no hay ni una sola prueba contra su cliente para condenarlo.