Alberto Conejero: “En el teatro no hay metas”
El teatro es su forma de vida, tanto que se ha alzado con la “estatuilla” al mejor autor. El dramaturgo vilcheño ha sido galardonado, por unanimidad, con el prestigioso Premio Ceres 2015 del Festival de Mérida, un reconocimiento que le llega por su obra La Piedra oscura, una pieza lorquiana sobre la memoria histórica representada en el Centro Dramático Nacional. El desgarrador texto— prologado nada más y nada menos que por el propio Ian Gibson— trae hasta el presente los últimos días de Rafael Rodríguez Rapún, el último novio de Lorca.

Durante su primera temporada en el CDN agotó todas las entradas y, tras viajar hasta Moscú, donde fue puesta en escena, volverá a la capital madrileña el próximo 18 de septiembre. El autor de textos como Cliff es licenciado en Dramaturgia por la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y doctor por la Universidad Complutense, además de profesor en la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León.
—Una obra que se estrenó en el Centro Dramático Nacional, que viajó a Rusia y volverá al CDN. ¿Qué ha supuesto para usted la obra La Piedra Oscura?
—Supone, sobre todo, el encuentro con el público. La emoción de saber que lo que uno ha escrito conecta con tanta gente. Llevo escribiendo teatro desde que era un adolescente y este premio supone el conseguir parte de un sueño, aunque en el teatro siempre se está empezando, nunca llegas a ningún puerto. Es un oficio de resistencia. Su estreno en el CDN supuso “pasar una puerta”, como una “gran plaza” para un dramaturgo. La respuesta fue tan generosa por parte de la crítica y de los espectadores que solo puedo dar las gracias. Por eso este galardón viene a reconocer el trabajo de todo el equipo.
—Para aquellos que no hayan tenido aún la (gran) oportunidad de verla, ¿qué hay en la obra?
—En La Piedra Oscura la vida de García Lorca sobrevuela la pieza, aunque no es el tema principal de la obra, que versa sobre la vida de Rafael Rodríguez Rapún, que fue compañero del poeta durante los últimos años de su vida. Es una obra sobre el encuentro con el otro, de la redención. Bajo mi punto de vista es un texto que nos ayuda a enfrentarnos a nuestro pasado más reciente como país, pero no desde un punto “revanchista”, sino para mirar el futuro desde una mirada más esperanzadora. Pese al tema dramático sobre el que versa, al final el espectador acaba emocionado y, en parte, reconciliado con lo que somos nosotros mismos como país.
—¿Cómo se le ocurrió rescatar esta historia?
—Para mí, García Lorca es un magisterio como poeta, dramaturgo y también como persona, desde adolescente. Conocía sus Sonetos del Amor Oscuro que estaban dedicados a Rodríguez Rapún, y un buen día me di cuenta de que alguien que había sido tan importante en la vida de Federico García Lorca, apenas ocupaba unas páginas en su biografía. Empecé a investigar y descubrí el signo triste de este hombre, que murió junto el mismo día que Federico. Ahí surgió La Piedra Oscura. También fue muy importante el encuentro con la familia de Rapún y su generosidad, que me permitió acceder a material inédito. Eso fue fundamental para la creación de mi obra.
—Además del regreso de La Piedra Oscura, estrenará una versión de La Odisea, para la Joven Compañía; de Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, y El arte de amar, de Ovidio, junto con Luis Luque. ¿Qué desafío supone para usted adaptar estos tres grandes clásicos de la literatura?
—Son catedrales de lo humano. Son textos que si nos siguen acompañando después de tantos siglos es porque son grandes enciclopedias. En este caso trato de dotar de teatralidad a textos que no han sido creados para la escena, ese es el gran reto. Explorar lo contemporáneo que hay en ellos, porque aunque sean clásicos resultan aún actuales y desafiantes. Y el tercer reto es que son obras que serán representadas por tres compañías diferentes. Deben de encajar con el lenguaje de los actores.
—No solo hace teatro sino que toca poesía y ensayo. ¿En qué genero siente que transmite mejor su mensaje?
—Precisamente empecé en la literatura dramática por la poesía. Durante estos años en que me he dedicado a la dramaturgia he intentado buscarle refugio a mi poesía. Siempre ha estado presente. Acabo de terminar mi primer poemario y estoy muy feliz, porque después de esos poemas que uno escribe de adolescente, quince años después llega el libro, con una poesía muy íntima y confesional que se publicará en breve.
—¿Cómo compagina su faceta de escritor, poeta y, además, profesor?
—Con muchas horas, pocas de sueño y con la vocación. Se quitan horas, al final, de los que se puede: de sueño, de descanso, de vacaciones...
—Su pueblo, Vílches, acaba de estrenar teatro. ¿Se anima a venir por aquí?
—Sueño con ese momento, el de encontrarme con mis paisanos. Ojalá sea más pronto que tarde. Pero estoy muy feliz, porque el pueblo tenga un teatro y que se haga teatro.