04 ene 2010 / 12:06 H.
Al intento fallido de atentado de un joven nigeriano en el vuelo comercial que unía Holanda y EE UU, el pasado 25 de diciembre, se une, ahora, otra amenaza precisa de Al Qaeda que mantiene en tensión a buena parte del mundo. En concreto Yemen está en el punto de mira del grupo y, por este motivo, las embajadas europeas y estadounidense en el país asiático extreman las condiciones de seguridad de sus edificios y directamente cierran sus instalaciones para evitar que un ataque acabe con la vida de sus funcionarios. España, por el momento, ha restringido el acceso y también se prepara para un eventual cierre dada la reiteración de la posibilidad de atentado en este país. Esta frenética actividad terrorista detectada por los servicios secretos evidencia la fuerza y la capacidad de acción de unos extremistas a los que hay que hacer frente de manera conjunta. En este sentido, es necesaria una mayor implicación de países en los que la red opera con facilidad y castigar a gobiernos y colaboradores que financian y ayudan a los terroristas en su particular “guerra santa”. De igual forma, el compromiso con EE UU, que abandera la lucha en varios frentes contra Al Qaeda, debe ser mayor, sobre todo de algunos países europeos que todavía son reticentes a luchar de forma directa contra esta amenaza mundial. Hay que recordar que la batalla de los extremistas islamistas condiciona la vida en Occidente y las nuevas medidas de seguridad en los aeropuertos son sólo un ejemplo. Mas esta clara amenaza ha de contar con una mayor coordinación entre los países implicados para que informaciones tan cruciales como la intención del joven nigeriano que pretendía volar un avión lleguen en tiempo y forma hasta a los responsables del país implicado. Este fallo debe hacer reflexionar a las autoridades para no dar ventaja a un enemigo que es difícil de doblegar.