Al parque acuático en tranvía
Mira que mi abuelo era cabezón: si mi abuela le prohibía echarle sal al potaje, era darse media vuelta la mujer, y zas, puñado al cazo. Pues algunos y algunas parece ser que piensan que esto es quitar nieve: puñado tras puñado, en toda la cara. Me explico, no puedo negar ni niego que ver circular el tranvía por las calles de Jaén es hasta conmovedor.
Sería absurdo negar que la Plaza Santa María hace que reluzca el esplendor de nuestra insigne Catedral. Y pensar que es innecesario ir a Granada o Málaga para lanzarnos tobogán abajo y estrellarnos en una masa acuática, tiene su pizca de entusiasmo. Pero para todo eso están los niños, los ancianos y los psicólogos, para transmitir alegría, sueños y volar entre las nubes. Los políticos deben tener los pies en el suelo firme. Admiro un sistema como el norteamericano, en el que hasta para prohibir el tabaco en los bares se hacen consultas generales al ciudadano. Aquí, en Jaén, a “güevos” no hay quien nos gane. Si yo he prometido que el dichoso tranvía circula, me la pela que se estrangule el tráfico de Jaén, que cueste lo que no tienes, o que no se suba ni el chófer. Si hay que hacer la playa del lagarto, pues se hace, aunque los toboganes sean de tierra y las piscinas de lodo. Y si hay que pelar la plaza, pues a tomar la sombra al Bulevar, debajo de los columpios. Resulta que no hay fondos con los terminar la “piscina los roscos”, que la Junta sí tiene para los ERES de colegueo, pero no para Jaén y su tranvía (ya no interesa que la ciudad sea sostenible, ni moderna, ni guay). Sin cinta que cortar, no hay euro que soplar. Próxima parada, cobrar a fin de mes, poder pagar a principios y alguna que otra sonrisa.
Profesor de Formación Vial
Francisco Peinado