Agujero sin fondo
Pasan los meses y las horas, pasan y aquí seguimos con la rutina, los que tienen trabajo trabajan, los que no tienen se rascan el bolsillo, la situación se degrada cada viernes con otro nuevo recorte. No es lo mismo reformar que recortar, pero han acabado siendo sinónimos, así que llamemos a las cosas por su nombre.
La gente se acostumbra poco a poco a este horizonte oscuro sin futuro ni aspiraciones, a tener menos y, en definitiva, a ser menos, a la par que los ahorros se han ido acabando y el ritmo que llevábamos ha decrecido: se acabó el dinerillo y se vive al día. El empobrecimiento es una realidad. Pero no nos engañemos. Esta deuda de los bancos, que tenemos que pagar los trabajadores, es un agujero sin fondo que nunca se va a llenar, porque un grupo de privilegiados, oligarcas sin escrúpulos ni conciencia, están haciendo su agosto en cualquier mes del año. Para ellos sucede lo contrario, un enriquecimiento sin mesura ni precedentes. También en nuestros pueblos, especialmente los agrícolas, se están apurando las ya escasas reservas, a pesar de que la economía sumergida los mantiene medio a flote. Este año casi no hay aceituna y tampoco habrá jornales. Todo se va a recrudecer aún más, mucho más, mientras los políticos neoliberales ponen cara de circunstancias ante un nuevo golpe a las coberturas sociales y, ya se sabe, con la mano en forma de cazo por detrás, a escondidas. ¿Adónde va nuestro dinero? ¿Adónde nuestro esfuerzo? ¿Hacia dónde se dirige nuestra fuerza de trabajo?
Juan Carlos Abril es escritor