Aguirre y Gil de Biedma
Ante las palabras de Esperanza Aguirre, tachando de antisistema y peligrosos para la Democracia a los miembros de Podemos y de las Plataformas Ciudadanas, no cabe más que una repulsa unánime.
Por un único, pero tremendamente saludable motivo. Ambos colectivos políticos han tenido la representación en función de millones de votos. Votos soberanos, ni más ni menos válidos que los del PP.
En esto de votar son iguales los del Barrio de Salamanca en Madrid que los vecinos de La Rábita en Jaén; el voto de los ricos tiene el mismo valor que el de los pobres, por más que les incomode a los primeros. ¿Insinúa la señora Aguirre que hay millones de españoles al margen o contra el Sistema? Peligrosas palabras las suyas que no llevan más que a una confrontación tan innecesaria como injusta.
Eso de que “solo es demócrata aquel que me apoya”, es muy rancio. Por momentos pensaba, al oírla, que solo era el discurso de una señora viejecita, fuera de sus cabales. Pero no, Aguirre es vieja, sí, pero pensaba lo que ha dicho en su más cabal intelecto. Aseverar eso del “o conmigo o contra mí” ya pasó a la historia de este país, aunque ella sea de las que siguen con él, recordarle que ya murió.
Ahora, lo preocupante, es que surjan voces que defiendan lo que dice dentro del PP, y lo más peligroso, que callen otras y no desautoricen de forma pública sus paranoicas palabras. Solo el ministro Margallo le ha dicho a las claras que no, que los nuevos partidos y plataformas no son un peligro para la Democracia.
Que ganen y se afiancen políticas de izquierdas solo es un peligro para el neoliberalismo salvaje que hace de los pobres su suculento manjar diario.
Para los grandes capitales que campan a sus anchas sí puede ser preocupante todo lo que huela a Justicia Social, pero no menos grave resulta, para la mayoría ciudadana, el funcionamiento diario de esos capitales que nos ahogan y llevan al límite de la subsistencia en aras de su desmesurada ambición. Lo paradójico, la señora condesa consorte animó más que nadie a aquellos del 15M a presentarse a las elecciones, y cuando lo hacen.
Por un único, pero tremendamente saludable motivo. Ambos colectivos políticos han tenido la representación en función de millones de votos. Votos soberanos, ni más ni menos válidos que los del PP.
En esto de votar son iguales los del Barrio de Salamanca en Madrid que los vecinos de La Rábita en Jaén; el voto de los ricos tiene el mismo valor que el de los pobres, por más que les incomode a los primeros. ¿Insinúa la señora Aguirre que hay millones de españoles al margen o contra el Sistema? Peligrosas palabras las suyas que no llevan más que a una confrontación tan innecesaria como injusta.
Eso de que “solo es demócrata aquel que me apoya”, es muy rancio. Por momentos pensaba, al oírla, que solo era el discurso de una señora viejecita, fuera de sus cabales. Pero no, Aguirre es vieja, sí, pero pensaba lo que ha dicho en su más cabal intelecto. Aseverar eso del “o conmigo o contra mí” ya pasó a la historia de este país, aunque ella sea de las que siguen con él, recordarle que ya murió.
Ahora, lo preocupante, es que surjan voces que defiendan lo que dice dentro del PP, y lo más peligroso, que callen otras y no desautoricen de forma pública sus paranoicas palabras. Solo el ministro Margallo le ha dicho a las claras que no, que los nuevos partidos y plataformas no son un peligro para la Democracia.
Que ganen y se afiancen políticas de izquierdas solo es un peligro para el neoliberalismo salvaje que hace de los pobres su suculento manjar diario.
Para los grandes capitales que campan a sus anchas sí puede ser preocupante todo lo que huela a Justicia Social, pero no menos grave resulta, para la mayoría ciudadana, el funcionamiento diario de esos capitales que nos ahogan y llevan al límite de la subsistencia en aras de su desmesurada ambición. Lo paradójico, la señora condesa consorte animó más que nadie a aquellos del 15M a presentarse a las elecciones, y cuando lo hacen.