Agua de oro para el olivar
El agua era muy esperada pero, como sucede a menudo, la gran cantidad que ha caído en las últimas horas tiene una doble lectura.
La cara y la cruz de las últimas tormentas dejan a los agricultores contentos, pero en dos municipios granadinos están de luto por la muerte de dos vecinos, que fallecieron al ser arrastrado por las riadas. No extraña que el número de Emergencias gestionara más de trescientas llamadas en la comunidad, todas incidencias entre la noche del domingo y las tres de la tarde de ayer. En el caso de la provincia jiennense, el mar de olivos se ha visto regado en el momento preciso, cuando más lo precisa de cara a una próxima campaña que haga olvidar la desastrosa anterior. Solo en algunas zonas, como en El Condado, se recogieron casi ochenta litros por metro cuadrado durante la mañana, una cantidad que llegó a causar importantes daños en algunos municipios, aunque solo materiales.
Casi a modo de premonición, a principios de septiembre, organizaciones agrarias hablaron sobre la necesidad de que la lluvia fuese generosa este mes y el siguiente y que, si no era así, estaba en juego hasta el sesenta por ciento de la cosecha venidera. Incluso, el 40% del olivar de regadío necesita de estas precipitaciones porque hay zonas en las que no se realizan riegos completos. Como siempre, la provincia no deja de mirar al cielo como el mejor seguro para la prosperidad, no solo en el sector oleícola, sino en la economía en general tan dependiente del fruto del olivo. La clave está en que siga lloviendo, al menos, hasta mitad de octubre porque, si todo marcha bien, se alcanzarán la 500.000 toneladas, según los pronósticos. Solo es un avance, pero el presagio parece bueno.