Abuelos de parto

Mi padre está que se sube por las paredes. Como todos los abuelos. Y no tiene ya edad para tantos disgustos.

    26 may 2010 / 22:00 H.

    Primero fue la noticia de que se congelaba su pensión, por culpa de la ceguera de quienes alucinaban con brotes verdes cuando lo que había era una crisis como un mundo. El PP lo decía hace dos años, pero entonces hablar de crisis era de antipatriotas. Bueno, ahora se está viendo quién se está cargando la patria y lo que no es la patria. En fin, que desde que Zapatero anunció el plan de ajuste no le llegaba la camisa al cuerpo al abuelo. Pero, con el globo sonda del copago en la Sanidad, ya si es verdad que le va a dar algo. Físicamente hablando. Porque, señores, los pensionistas, no son ya unos mozuelos y, mucho menos, están para guasas. Ni para hoy digo una cosa y mañana otra. Con una improvisación que ronza el surrealismo. O la irresponsabilidad más supina. Al final les van a cobrar por las medicinas, por ir al médico y todo con una paga congelada que cada vez da para menos. No es ni justo, ni necesario. Amén.
    Es que no puede ser. Y que el decreto del plan de ajuste haya sido aprobado in extremis, por un mísero voto. Uno. Que se escribe pronto. Es la tiranía de la democracia, claro. El PSOE se queda solo en las arenas movedizas, a las que arrastra a todo el que pilla. Convocar elecciones anticipadas no debe dar miedo, que es lo que parece. En estos momentos es cuando me viene a la memoria el consejo que alguien me dio antes de parir a mi primera hija: “Por mucho que te duela, piensa que todavía te tiene que doler más”. Ahora, por mal que nos vaya, siempre nos puede ir peor. Al tiempo.