Abstención ante el 25-M

La campaña electoral a las europeas entra en su última semana con la vista puesta ya en el próximo domingo. Las encuestas que se han ido conociendo no señalan a un partido político como claro ganador, al menos “a priori”, lo que deja la puerta abierta a que el 25-M el resultado final dependa en gran medida de los que se decidan a ir a votar. Aunque parezca una obviedad, esa es la clave, porque, precisamente, la principal preocupación ahora es el absentismo que se vaticina o que se teme, ante el escaso interés que las actividades de campaña suscitan en el electorado. La única nota discordante y que ha puesto el foco mediático por ello en la campaña fueron las desafortunadas y polémicas palabras de la semana pasada del candidato número uno de las listas del PP, Miguel Arias Cañete, a cuenta de su debate con la aspirante de los socialistas, Elena Valenciano, y la supuesta superioridad intelectual del hombre. Solo el brote machista del político ha dado interés ciudadano al asunto, aunque sea por una cuestión completamente ajena a los programas electorales en sí. Los mensajes parece que no calan en los votantes y es preciso buscar la causa. Quizás el desencanto por la clase política, fraguado con los escándalos y las corruptelas, o la sensación de que Europa queda lejos, aunque seamos parte de ella. O puede que falte un grado más de madurez democrática para ser conscientes de la relevancia de ejercer el derecho al voto. El 25-M, además de hacer balance de resultados, sería el momento para plantear qué falla a la hora de incentivar, ilusionar y dar verdadero sentido a la participación en algo tan importante y decisivo como las instituciones que rigen el destino de todos y cada uno los europeos.

    18 may 2014 / 22:00 H.