A vueltas con las encuestas
Las encuestas en Reino Unido han dejado a más de uno perplejo. La información, que no sólo es necesaria, sino imprescindible en cualquier democracia, a veces, juega esas malas pasadas. A base de encuestas y opinión se está dando, más que a menudo, confundir el deseo con la realidad, a la que cada uno tiene perfecto derecho. Una cosa es el deseo individual, otra el colectivo y otra el deseo de los que tienen el poder político y económico sobre las personas y las cosas. Aquí, y ahora, estamos a vueltas con las encuestas. Alguna semana, la ola de Podemos y Ciudadanos va a arrasar a PSOE y PP; otra semana, Ciudadanos será el jefe de los pactos; y hace tres, era Podemos la que repartía el bacalao. Ahora, el bipartidismo se ha acabado, días después parece que no está tan claro. Tocado, no hundido. Todos hemos jugado alguna vez a hundir barcos. Según auguran las encuestas, ahora la ciudadanía (menos el casi cuarenta por ciento de voto no declarado u oculto), no está por entregar el poder al bipartidismo, y el mapa que se presenta es complejo, pero, por otro lado más rico, políticamente. Es tradicional sacar los miedos a pasear en vísperas de elecciones y la verdad es que, en nuestro caso, el año 2015 se ha convertido en el año de “los comicios electorales”. Repartos; intereses de partidos; miedos; críticas; acusaciones; y un sinfín de perlas más, están invadiendo de continuo televisiones, prensa, tertulias y espectáculos tertulianos que echan carnaza a los leones. Lo que vende, vende. Entre tanto, algunos hacen mención a ese porcentaje de voto no decidido que cada vez está más harto o, al menos, más confundido.
En Andalucía se está dando un mal ejemplo. Los acuerdos para hacer gobernable esta comunidad brillan por su ausencia. Todos mirando al día después del 24 de mayo. No es buen asunto. Los viejos partidos saben que, aunque sigue existiendo voto estable para ellos, están en peligro de descender de su propio suelo, y los nuevos no saben, o no quieren saber, que negociar no es mercadear. Un mapa político plural no es un mapa político fragmentado. La fragmentación se produce cuando los partidos políticos utilizan los votos de los electores para intereses propios.
En Andalucía se está dando un mal ejemplo. Los acuerdos para hacer gobernable esta comunidad brillan por su ausencia. Todos mirando al día después del 24 de mayo. No es buen asunto. Los viejos partidos saben que, aunque sigue existiendo voto estable para ellos, están en peligro de descender de su propio suelo, y los nuevos no saben, o no quieren saber, que negociar no es mercadear. Un mapa político plural no es un mapa político fragmentado. La fragmentación se produce cuando los partidos políticos utilizan los votos de los electores para intereses propios.