A los voluntarios del Año de la Fe

Desde girona. El Santo Padre quiso tener un gesto de gratitud con los voluntarios que prestaron un servicio durante la organización del Año de la Fe y se reunió con ellos en la sala Clementina del palacio apostólico vaticano.

    09 dic 2013 / 09:30 H.

    Antes, durante su discurso, Francisco recordó que este Año que clausuramos el domingo (24 de noviembre) “ha sido para los creyentes una ocasión providencial para reavivar la llama de la fe, esa llama que se nos ha confiado en el día del bautismo, para ser cuidada y compartida”. Añadiendo: “Vosotros habéis gastado con generosidad parte de vuestro tiempo y de vuestras capacidades, especialmente al servicio de los recorridos espirituales propuestos a los diferentes grupos de fieles”. Y por ello, en nombre de la Iglesia, Francisco quiso “daros las gracias y juntos damos gracias al Señor por todo lo bueno que nos permite hacer”.
    En este tiempo de gracia “hemos podido redescubrir lo esencial del camino cristiano, en el cual la fe, junto con la caridad, ocupa el primer lugar”, indicó Francisco. Y añadió que la fe “es la piedra angular de la experiencia cristiana, porque motiva las elecciones y los actos de nuestra vida cotidiana”. De hecho, la fe es “la vena inagotable de todas nuestras acciones, en la familia, en el trabajo, en la parroquia, con los amigos, en los diferentes ambientes sociales. Y esta fe firme, genuina, se ve especialmente en los momentos de dificultad y de prueba”, matizó el Santo Padre. De ahí que “el cristiano se deja coger en brazos por Dios, y se aferra a Él, con la seguridad de confiarse a un amor fuerte como roca indestructible”. En los momentos de sufrimiento     —explicó— “si nos abandonamos en Dios con humildad, podemos dar un buen testimonio”.
    Es importante y esencial, remarcó, que “esta experiencia que habéis madurado en el Año de la Fe os ayuda primero a todos vosotros, a abriros a vosotros mismos y a vuestras comunidades al encuentro con los otros”. Sobre todo a abrirse a los más pobres de fe y esperanza en su vida. “Hablamos mucho de pobreza, pero no siempre pensamos en los pobres de fe: hay muchos. Son muchas las personas que necesitan un gesto humano, una sonrisa, una palabra verdadera, un testimonio a través del cual acoger la cercanía de Jesús. No falte a nadie este signo de amor y de ternura que nace de la fe”, concluyó. Me ha parecido bueno hacer este recordatorio.
    pedro garcía