A la cárcel por abusar de una niña a la que sedujo por "Tuenti"

Cinco años de cárcel y cinco años más de libertad vigilada cuando salga de prisión. Esa es la condena que la Justicia ha impuesto a un ciberpederasta que fue más allá de la pantalla del ordenador y consiguió engatusar a una menor, una niña de tan solo 11 años, para abusar de ella. El pedófilo es Ricardo Daniel R. C., un argentino de 48 años afincado en La Carolina desde hace varios lustros. La víctima era la hija de unos vecinos. Aprovechó esa íntima confianza para contactar con ella a través del “Tuenti” y embaucarla en conversaciones de altísimo contenido sexual que desembocaron en los abusos.
En el juicio, el hombre reconoció haber mantenido esas charlas eróticas. No le quedaba otra opción, ya que todos los mensajes están aportados a la causa. “No sé el motivo por el que los envié. No puedo explicarlo. No eran en plan de nada, solo de amistad”, llegó a decir ante los magistrados de la Sección Segunda. Sin embargo, Carlos Daniel R. C. negó con vehemencia haber mantenido cualquier relación íntima con la niña: “Jamás estuve con ella a solas. Una cosa es lo que hacía en el ordenador, por la que pido perdón, pero sería incapaz de hacerlo en persona”, añadió el acusado.

14 may 2015 / 10:15 H.


Sin embargo, los mensajes que envió a la niña a través de la red social daban a entender que se habían producido encuentros entre ellos. Así, en uno de esos textos, le sugiere que “se lave bien el chochete” para salir con él. En otra ocasión le dice que “toca probar cosas nuevas como meter”. Otro día, llega a pedirle que vaya una cita “sin bragas ni sostén, para irse en el coche y así es más fácil”. Y, en otra de las citas, le pregunta directamente que si le había gustado. “No puedo explicar eso”, trató de justificarse el acusado cuando, en el juicio, lo interrogaron por la intención de esos mensajes. “Juro que no nos vimos a solas”, insistió.
Sin embargo, los magistrados de la Sección Segunda no han creído las palabras de Carlos Daniel R. C. Y es que las pruebas en su contra son abrumadoras. La principal, sin duda, es la declaración de la propia víctima. La niña, que hoy tiene 14 años, siempre ha mantenido que el ciberpederasta la recogió dos veces en un lugar cercano a su casa y la llevó en coche al polígono La Aquisgrana. “La primera vez me tocó mis partes. Otro día, me enseñó el pito y me pidió que le besara. Yo no quise”, contó la niña en la vista oral. Su testimonio, que siempre ha sido el mismo a lo largo de la instrucción, fue calificado por los forenses como creíble, tal y como se recoge en la sentencia.
Además de esa declaración, los magistrados recuerdan que existen los mensajes enviados por el pederasta y en los que se evidencia que Carlos Daniel R. C. quedaba con la niña para recogerla en su vehículo en un lugar donde no fuera vistos por sus respectivas familias. Por ello, los magistrados consideran probado que se produjeron, al menos, dos encuentros sexuales en los días 22 y 29 de octubre de 2012. Fue una hermana mayor de la víctima, que revisaba las redes sociales de la pequeña con cierta frecuencia, la que descubrió las conversaciones eróticas y la que dio la voz de alerta.
Por todo ello, la Audiencia considera que Carlos Daniel R. C. cometió dos delitos: uno contra la libertad sexual, por las conversaciones eróticas mantenidas con la niña. El segundo son los abusos sexuales, es decir, por manosear y besuquear a la niña en los dos encuentros íntimos que mantuvieron.
Además de los cuatro años de prisión —la Fiscalía había solicitado seis y medio— la sentencia también establece que, una vez que salga de la cárcel, el pederasta tendrá que ser sometido a cinco años más de libertad vigilada. Durante todo ese tiempo, no podrá acercarse a la víctima a menos de 200 metros, ni comunicarse con ella. También tendrá que indemnizar a su familia con 5.000 euros por los daños morales ocasionados. La defensa ya ha anunciado que interpondrá recurso ante el Supremo.