A cámara lenta

Cada cosa tiene su tiempo. A eso se le llama sincronización, acompasamiento. Ahora que en estos días de estío, en los que vivimos más afuera que dentro, compruebo que la chicharra sucede al grillo y viceversa, como los higos han aparecido tras las brevas y que todos los días, a la misma hora, la libélula aparece para acariciar el agua de la piscina, me viene a la mente que nuestra modernidad lejos de alcanzar esa sincronía con los tiempos que corren, parece formar parte de lo que ahora llaman movimiento slow food. Dicen sus seguidores que para vivir mejor hay que vivir lento. Esta idea que puede ser positiva y beneficiosa para el individuo, se traduce en secular atraso si hablamos como digo de nuestra modernidad. Yo creo que en esto de la modernidad nuestra provincia vive anclada, y lo que es peor, varada y encallada en el tiempo. Vean si no algunos ejemplos. Tardo en ir a hacer un juicio de Jaén a Villacarrillo el mismo tiempo que cuando allí ejercía en  uno de sus primeros destinos Baltasar Garzón. Lástima que no pueda un bus turístico plantarse en Jaén desde Úbeda en veinticinco minutos. Ahora han dejado la obra a medio hacer y han desaparecido hombres y máquinas. Pasarán varias legislaturas, gobierne quien gobierne, para ver conectadas por autovía Córdoba y nuestra capital. Hablar del AVE en relación con nuestra provincia resulta aburrido, aparte de utópico e ilusorio. Y de eso que llaman ahora ciudades, digo, la de la Justicia, la Sanitaria, qué me dicen. No recuerdo los años que han pasado desde que Pilar Palazón andaba vestida de dama íbera en la puerta de la vieja cárcel. Se está haciendo, el museo digo,  ya, ya, pero parece que su ejecución también anda adscrita al slow food. Alguien con acierto ha abierto en la acera de enfrente un café bar que se llama Museo. Espero que los turistas lleguen pronto. Esta provincia hubo de engancharse a eso que llamaban tren de la modernización en el último cuarto del siglo XX, y pronto llegaremos  y pasaremos el primer cuarto del XXI y aún no nos hemos movido del mismo ladrillo. Slow food en estado puro. Puestos a funcionar en esto de la modernidad, aquí lo único que ha funcionado de verdad ha sido la Universidad, que ha venido implantándose sincronizadamente y ha crecido al paso de las nuevas generaciones, hasta el punto que hoy Jaén sería irreconocible sin la UJA. Y, por supuesto, lo que de verdad funciona milimétricamente, y de eso vivimos,  es la cosecha de todos los años. Véanla ya colgada en los olivos, aguantando la canícula para luego madurar en otoño en disposición de la molienda. En lo demás ya les digo, esta provincia lejos de progresar a alta velocidad, avanza a cámara lenta.

Francisco Moreno Medina es abogado

    29 jul 2011 / 16:02 H.