2.- Historias de violencia y sangre. Decada de los 90

Rafael Abolafia Morales

 Atropelló a su mujer tras una discusión y las pruebas forenses lo condenaron

Manuel Agustín Poisón Almagro cumple actualmente condena por matar a su esposa. La atropelló con su propio coche el 23 de mayo de 1997 tras una discusión. En principio, el marido aseguró que un desconocido arrolló a la mujer. Sin embargo, una segunda autopsia realizada al cadáver en 1999, dos años después de los hechos, puso al descubierto que el coche que destrozó el cráneo de la víctima iba a una velocidad muy lenta. Así que, en abril de 2001, un jurado condenó a Manuel Poisón a 12 años y medio de cárcel por un delito de asesinato. Después, el TSJA lo absolvió y quedó en libertad. En 2003, el Supremo dijo la última palabra: este vecino de Mancha Real era culpable del homicidio de su esposa. Ambos habían discutido en la puerta de un pub de Linares. Se fueron en coche hacia Jaén y, en el camino, siguieron discutiendo. él paró el vehículo en el arcén y golpeó a su mujer con un objeto contundente. Después, llevó el cuerpo hacia el otro carril y la arrolló con su propio coche.

    12 feb 2012 / 11:10 H.

    Actualmente, Poisón está a punto de obtener el tercer grado. Sale de permiso 18 días cada seis meses. No ha salido todavía en libertad porque también fue condenado por un delito de tráfico de drogas antes de ser encarcelado. En la prisión, se dedica a escribir, a leer y a pintar. De hecho, sus obras son muy valoradas y ha realizado varias exposiciones. Dicen los funcionarios que su comportamiento es ejemplar.

    Mató a su mujer de doce puñaladas y fue el primer jiennense juzgado por un jurado

    Juan Gómez Juan fue el primer jiennense enjuiciado por un jurado popular en la provincia. El magistrado Fernando Bermúdez le impuso una condena de cinco años de prisión por matar a su mujer, Esperanza Pérez Oller, de tan solo 30 años, en Peal de Becerro. Ocurrió el 24 de septiembre de 1996 y el homicida asestó doce puñaladas a la víctima. El tribunal tuvo en cuenta que Juan Gómez se entregó a la Guardia Civil nada más cometer el crimen y que sufrió un trastorno mental como consecuencia de una operación de vasectomía realizada “de manera forzada”, según dijo en el juicio su abogado. El jurado tuvo en cuenta esta circunstancia y, de ahí, que solo fuera castigado con 5 años de prisión. Salió en septiembre de 2001.

     La muerte a navajazos de un hombre junto a “La Cueva de Luisillo”

    Manuel Heredia Flores asestó una puñalada mortal a Enrique Mendieta, un vecino de la capital de 26 años. Ocurrió el 22 de febrero de 1991 en las inmediaciones un bar, conocido como “La Cueva de Luisillo”, en el barrio de La Merced. La víctima había mediado para defender a una mujer, que estaba siendo molestada por Manuel Heredia. Ese gesto le costó la muerte. La sentencia, dictada en febrero de 1992 por la Audiencia Provincial, estableció que el autor del crimen discutió con una chica en el interior del local. La disputa verbal fue a mayores y el hombre le dio una bofetada. Eso hizo que la dueña del local se lo recriminara. Su reacción fue sacar un estilete y clavárselo en el abdomen. La dejó malherida. A continuación huyó. Fue perseguido por Enrique Mendieta y otro cliente del local. Muy cerca del bar, lo cogieron. Manuel Heredia Flores volvió a utilizar la navaja. Esta vez, la única puñalada que dio fue mortal. Atravesó el corazón de Enrique, que cayó fulminado.
    El autor de los hechos fue condenado a una pena global de más de 14 años de prisión. Salió de la cárcel el 5 de octubre de 1999. Se benefició del sistema de beneficios penitenciarios y consiguió reducir su castigo en más de un tercio. No se le conocen más problemas con la Justicia desde entonces.

     Mató a su hermano a hachazos en Martos tras una disputa familiar en casa

    Antonio P. G. tenía 29 años cuando mató a su propio hermano, Felix. Acabó con su vida con un hacha en la casa en la que ambos vivían en Martos. El cadáver presentaba 37 heridas inciso-contusas, de las que 22 eran mortales de necesidad. El crimen se produjo a primera hora del 21 de diciembre de 1996. En la noche anterior, víctima y agresor habían estado juntos, bebiendo con algunos familiares. En un momento dado, Felix tocó los genitales a uno de sus sobrinos, que era menor de edad. Entre todos comenzó una discusión. Antonio se marchó de la casa. Primero fue a la Policía Local. Después a la Guardia Civil. Contó lo que había sucedido, pero no presentó denuncia. Volvió a la casa ya por la mañana. Ahí la discusión fue grande. Antonio cogió un hacha de 10 centímetros de hoja y comenzó a golpear con ella a su hermano hasta matarlo. Lo dejó tirado en la cocina. Él se acostó en el dormitorio. Lo despertó a la mañana siguiente la Guardia Civil, que escoltaba a la comisión judicial. Por estos hechos, Antonio P. G. fue condenado a seis años de cárcel por homicidio. La sentencia, dictada en 1998, estableció que el autor del crimen no padecía enfermedad mental alguna, aunque sí se encontraba “afectado por un estado crepuscular psicógeno producido por un choque emocional que le limitaba, de forma parcial, su capacidad para conocer la trascendencia de lo que estaba haciendo”. 

    “Bromas molestas” que acabaron en tragedia entre dos vecinos de Torredelcampo

    Manuel Rama Ruiz, un vecino de Torredelcampo, no tenía antecedentes hasta que mató a  Salvador, el 5 de septiembre de 1997. La sentencia que lo condenó lo describe como un hombre que mantenía frecuentes disputas con sus vecinos, “debido a su carácter agresivo, impulsivo e, incluso, violento”. Esa forma de ser le provocó numerosas enemistades en el pueblo, entre las que se contaba la de Salvador que, además, le gastaba “bromas molestas” sobre lo que Manuel Rama cultivaba en su parcela. El día de los hechos, agresor y víctima discutieron en un bar de Torredelcampo. Salvador abandonó el local y fue seguido por Manuel, que le dio alcance poco después. La disputa verbal continuó en la Plaza de España. En un momento dado, Manuel sacó una navaja. Con ella pinchó a su contrincante en el glúteo; después, en el pecho. Lo dejó tirado en la calle, al tiempo que gritaba a personas que habían contemplado la escena: “Ya podéis ir a recogerlo”. Después, el autor del crimen se marchó del lugar. Fue interceptado por un guardia civil de paisano a pocos metros de donde Salvador se desangraba. La víctima falleció en la ambulancia, cuando era trasladado al hospital. Por estos hechos, Manuel Rama fue condenado a seis años de prisión, ya que se le aplicó la eximente muy cualificada de embriaguez.

     



    Mató a su padre de un escopetazo, enterró el cadáver y se marchó a Sevilla

    Bernardo Plaza Alcázar fue condenado a 18 años de prisión por el asesinato de su padre, Bernabé Plaza. Los hecho ocurrieron en Castellar en septiembre de 1997, cuando el parricida, de 24 años, disparó a su progenitor, de 61, en un cortijo. La Justicia lo consideró autor de un delito de asesinato y tuvo en cuenta las agravantes de parentesco y de ejecución del hecho en un lugar despoblado. En todo momento, Bernardo Plaza reconoció el crimen, si bien lo achacó a su adicción a la droga. Padre e hijo habían discutido la noche anterior, porque el criminal quería irse a Sevilla, con su novia, y el progenitor no quería. Cuando ambos se marcharon al campo a trabajar, a primera hora del 24 de septiembre de 1997, la disputa verbal no se apaciguó. Todo lo contrario. En un momento dado, Bernardo cogió un rifle que llevaba, mientras su padre se dirigía a una caseta para dar de comer a los animales. Disparó un único tiro, que alcanzó al progenitor en la nuca. Murió en el acto. Su hijo lo enterró, volvió a casa y le dijo a su familia que el padre se había quedado en el campo. Seguidamente, pidió un coche prestado a un primo y se marchó a casa de su novia a Lora del Río. Cuando se inició la búsqueda del fallecido, dio pistas falsas y cuando encontraron el cadáver (a los tres días), huyó.
    Actualmente, Bernardo Plaza sigue cumpliendo condena en tercer grado en un Centro de Inserción Social de Madrid. Es decir, está en un régimen abierto de semilibertad, controlado por una pulsera telemática. 

     

    Asesinó a su tía en Martos y quemó la casa para intentar borrar huellas

    Veinte años de prisión. Ese es el castigo que le cayó a Manuel Ureña de la Rosa, un tosiriano nacido en 1961, por el asesinato de su tía política, Rosa Arquillos, en Martos. El crimen se produjo el 10 de febrero de 1990, cuando la mujer, de 54 años, fue apuñalada por su sobrino por causas que se desconocen, aunque presumiblemente pudieron ser de carácter económico. El hombre se aprovechó de su mayor corpulencia y robustez para apuñalar a la víctima, cuyo cadáver presentaba 36 heridas ocasionadas por distintas armas blancas. Algunas eran mortales, pues le atravesaron el corazón. Ureña de la Rosa resultó herido en una mano y dejó en el piso un reguero de sangre. Seguidamente, y para lograr impunidad, prendió fuego a la habitación en la que se encontraba el cadáver. Luego se marchó en su vehículo. La Guardia Civil lo detuvo dos meses después tras una minuciosa investigación. El hombre, que siempre defendió su inocencia, se quitó la vida en prisión.

     Ocho años de prisión por matar a su propio hijo con un cuchillo jamonero

    Ramón Alguacil Sánchez fue condenado a ocho años de prisión por matar a su propio hijo el 27 de diciembre de 1999. Le asestó cinco puñaladas con un cuchillo jamonero tras una discusión con su esposa, en la que medió la víctima. Cuando ocurrieron los hechos, el parricida, que tenía 59 años, había estado bebiendo desde que se levantó, pasadas las doce. Volvió a las tres de la tarde al domicilio familiar. Su mujer le recriminó que había estado bebiendo y se reavivó una discusión que habían mantenido en la noche anterior. Ramón Alguacil amenazó a su mujer con “hacerla filetes”. Ella se metió en una despensa, pero, como no tenía llave, volvió a enfrentarse a su marido. Pidió auxilio y acudió su hijo Manuel, de 35 años y deficiente mental medio. El hombre vio discutiendo a sus progenitores y se fue para su padre que, en ese momento, ya tenía un cuchillo en las manos. Ramón Alguacil le hincó el arma blanca cinco veces, alguna, incluso, cuando trataba de huir. Fue condenado a ocho años de cárcel por un delito de homicidio, con las agravantes de parentesco y abuso de superioridad, y la atenuante de embriaguez. Cumplió íntegramente su castigo y salió de prisión el 24 de diciembre de 2007.