104 años de ilusión intacta

Nuria López Priego /Jaén
Cuenta historias de 'una vida muy dura' en la que salió adelante gracias a su carácter de 'mujer fuerte', y, sin embargo, asegura que, antes, había 'más tranquilidad' que en los tiempos de ahora. La campillera Carmen Morales Moreno llega a los 104 años con una salud de hierro y el amor de una gran familia.

    27 may 2011 / 11:13 H.


    Campillera de los pies a la cabeza, Carmen Morales Moreno es una de las mujeres más longevas de este municipio de Sierra Mágina. El pasado miércoles, y rodeada de una parte de su familia, celebró no ochenta o noventa años de vida. Tampoco cien, sino 104, con la misma ilusión de siempre por seguir sumando, a pesar de que, de vez en cuando, se le escapa algún que otro achaque. “¿Pero a quién no, con su edad?”, apunta su hija Encarna.
    Nacida un 25 de mayo del año 1907, Carmen Morales Moreno es testigo de uno de los siglos más convulsos de la historia de España, desde la dictadura de Primo de Rivera, a la transición democrática, pasando por la Guerra Civil o el régimen dictatorial de Franco, y sostiene: “Lo más duro que me tocó vivir fueron la Guerra y la posguerra. No había nada”, lamenta. Solo hambre y penurias. Miseria. Cuando se declaró el fratricidio que dividió el país en dos, Carmen Morales Moreno llevaba siete años casada y ya tenía nueve hijos. “Éramos once en casa entre todos [con su marido y ella incluidos]. ¡Imagínese cómo tuvimos que pasarlo! Con fatigas, nada más. No había pan y, cuando empezaron a racionalizarlo, lo que nos daban era basura, como el arroz, que era de trigo echado en agua y, luego, macerado. Eso era lo que comíamos”. Recuerda que tuvo que “trabajar mucho”, “sembrando hortalizas” con su marido, para poder sacar adelante a esa gran familia que tenía poco que envidiar a la de Alberto Closas. “Imagínese que mi padre ganaba siete pesetas y éramos once”, apostilla Encarna. Pero lo consiguieron. Y, en buena medida, parte del éxito se debió al “carácter fuerte” de una mujer que, en el ocaso de la vida, conserva una lucidez que impresiona y es el alma mater de una familia que se reparte entre Barcelona y Campillo. “Aquí solo tengo a tres hijos”, se apena. “Los otros tuvieron que emigrar porque aquí no podían tirar de la vida”, dice. Viuda “desde hace 27 años”, el día a día de Carmen Morales Moreno comienza a las once y media de la mañana. “Entonces —explica su hija Encarna—, se levanta, desayuna y la arreglamos”. El miércoles, la jornada comenzó con la misma normalidad, pero, por la tarde, una gran tarta con tres velas en el centro y un número, 104 años, alteraron la rutina de la campillera. De esta forma, su familia le recordó que la quiere, que sigue siendo el centro de sus vidas.